
THE LATIN VOX (5 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
La próxima gran revolución en la biología humana no ocurrirá en el espacio ni en la inteligencia artificial, sino en los laboratorios donde células de la piel o de la sangre se están convirtiendo, paso a paso, en óvulos y espermatozoides humanos. Según varios de los científicos más destacados en el campo, estamos a menos de una década de lograrlo.
El pionero japonés Prof. Katsuhiko Hayashi, genetista del desarrollo en la Universidad de Osaka, aseguró esta semana en la reunión anual de la Sociedad Europea de Reproducción Humana y Embriología (ESHRE) en París que su equipo está a unos siete años de producir esperma humano completamente funcional en laboratorio. Lo que antes parecía ciencia ficción, hoy avanza con precisión científica bajo la técnica conocida como gametogénesis in vitro (IVG, por sus siglas en inglés).
“Recibo correos de pacientes toda la semana. Algunos incluso dicen: ‘Puedo viajar a Japón’. Eso nos muestra la necesidad que existe”, afirmó Hayashi.
¿Qué es IVG y por qué está cambiando las reglas del juego?
La IVG consiste en tomar células adultas —de la piel o la sangre— y reprogramarlas genéticamente para convertirlas en células madre pluripotentes, que luego se transforman en células germinales primordiales, precursoras de óvulos y espermatozoides. Estas se cultivan en organoides —versiones miniaturizadas de órganos como testículos u ovarios— que simulan el entorno biológico necesario para completar su desarrollo.
Hasta ahora, el equipo de Hayashi ha logrado desarrollar células precursoras de espermatozoides dentro de testículos artificiales de ratón de apenas 1 milímetro de diámetro. Aunque estas células murieron antes de madurar por falta de oxígeno, el equipo cree que con una versión mejorada del organoide, el objetivo está al alcance.
¿Qué implica esto para el futuro de la reproducción?
En una palabra: todo. Si esta tecnología demuestra ser segura, permitirá que cualquier persona —independientemente de su edad, género o fertilidad— tenga hijos biológicos. Incluso podrían concebirse bebés con dos padres biológicos del mismo sexo, como ya se logró en ratones.
Además, mujeres mayores podrían recuperar su fertilidad, parejas infértiles podrían tener hijos sin necesidad de donantes y podríamos ver la extensión radical de la planificación familiar. “Esto podría ser la herramienta más poderosa para combatir la caída demográfica mundial”, afirma Matt Krisiloff, CEO de la startup californiana Conception Biosciences, que también desarrolla óvulos de laboratorio y cuenta con inversores como Sam Altman, fundador de OpenAI.
Ciencia acelerada, dilemas éticos multiplicados
Aunque el desarrollo técnico avanza con rapidez, los científicos subrayan que hay riesgos genéticos reales. Algunos ratones nacidos de células germinales creadas en laboratorio han vivido vidas normales y han sido fértiles. Sin embargo, la preocupación por mutaciones genéticas no detectadas y sus efectos en generaciones futuras sigue siendo una gran barrera para su aplicación clínica.
“La idea de tomar una célula que nunca fue destinada a convertirse en óvulo o esperma y transformarla en eso es simplemente increíble”, dice Rod Mitchell, experto en fertilidad pediátrica en la Universidad de Edimburgo. “Pero necesitamos estar absolutamente seguros de que es segura.”
En países como el Reino Unido, actualmente sería ilegal usar óvulos o esperma creados en laboratorio para tratamientos de fertilidad, y las autoridades regulatorias ya debaten cómo evaluar la seguridad y la ética de esta tecnología.
¿Y si la biología ya no es el límite?
La IVG también plantea preguntas más radicales. ¿Será posible tener bebés con un solo padre biológico? ¿O con tres, cuatro o más? En teoría, sí. ¿Podrían las parejas elegir el mejor embrión entre miles generados por laboratorio? También. ¿Y qué hay del uso de edición genética para prevenir enfermedades o “mejorar” capacidades?
Krisiloff reconoce estos escenarios: “Son posibles. Pero necesitamos regulaciones sólidas. Personalmente, creo que reducir el riesgo de enfermedades hereditarias sería algo bueno, si se hace con ética y responsabilidad.”
El bioeticista Prof. Hank Greely de Stanford no descarta futuros más extremos: “¿Alguien querría intentar tener un hijo con dos madres genéticas, o tres padres? No veo por qué no… El mundo está lleno de gente con ideas muy inusuales. Y algunos tienen mucho dinero.”
¿Está la sociedad lista?
Allan Pacey, profesor de andrología en la Universidad de Mánchester, cree que la ciencia lo logrará, pero duda de si el público general está preparado: “Yo estoy listo. ¿Pero lo está la sociedad? No lo sé.”
Incluso Hayashi admite su propia ambivalencia: “Hacer un bebé de dos padres fue posible en ratones, pero no es natural. Si la ciencia produce resultados que no son naturales, debemos tener mucho cuidado.”
Cabe resaltar que los científicos avanzan rápidamente hacia un futuro donde el nacimiento dejará de estar limitado por los límites del cuerpo humano. Pero con ese poder, llega una gran responsabilidad: la de no jugar a ser dioses sin saber las reglas del juego.
Como advierte Hayashi: “Necesitamos demostrar que esta tecnología es segura. Esa es nuestra gran obligación.”
Crédito fotográfico: Getty Images