
THE LATIN VOX (09 de Noviembre del 2025).- Por Daniela Medina.
Bajo un cielo otoñal en el centro de Londres, el Rey Carlos III encabezó este domingo la tradicional ceremonia del Remembrance Sunday, un acto solemne para honrar a los militares británicos y aliados que perdieron la vida en conflictos a lo largo de la historia. El toque de campana del Gran Big Ben a las 11:00 a.m. marcó el inicio de dos minutos de silencio colectivo, que se extendieron en todo el Reino Unido.
Vestido con uniforme de mariscal de campo máximo rango militar del Ejército británico el monarca depositó una corona de amapolas rojas sobre el monumento del Cenotaph en Whitehall, centro de Londres, seguido por el Príncipe William, el Príncipe Eduardo, y otras autoridades.
Miles de veteranos, personal militar en servicio, representantes de la Mancomunidad, diplomáticos y ciudadanos marcharon posteriormente. Un estimado de 10 000 veteranos desfilaron ante el Cenotaph, entre ellos alrededor de 20 sobrevivientes de la Segunda Guerra Mundial, con edades entre los 98 y 101 años.
Un acto cargado de tradición… y de significado en tiempos de crisis
La ceremonia anual se organiza en el domingo más cercano al 11 de noviembre, fecha que recuerda el fin de la Primera Guerra Mundial en 1918, y está centrada en rendir homenaje a los “gloriosos muertos” inscritos en el monumento del Cenotaph.
Pero este año adquiere una capa adicional de significado: se desarrolló en un contexto internacional marcado por la guerra en Ucrania y el debate sobre el gasto en defensa del Reino Unido, que ya se ha comprometido a elevar su presupuesto militar al 3,5 % del PIB para 2035.
El Rey, de 76 años, al depositar su corona, pronunció un breve saludo ante las cámaras y según testigos mostró un respetuoso y grave gesto de reconocimiento hacia los veteranos y las familias de los fallecidos.
Participación de las figuras reales y la escena simbólica
La presencia de la Familia Real subraya la importancia institucional del acto. La Reina Camila, la Princesa de Gales y otros miembros observaron desde un balcón del edificio del Foreign, Commonwealth & Development Office.
El Príncipe William apareció vestido con uniforme de la Real Fuerza Aérea (RAF) y desempeñó su papel en el protocolo posterior de depositar una corona propia, símbolo de la continuidad generacional en los tributos.
Cabe destacar la ausencia del ex-Príncipe Andrew, que ya no aparece en estas ceremonias oficiales tras la revocación de sus títulos reales el mes pasado.
Lo que representa para la sociedad británica hoy
- Conmemoración y memoria: Esta ceremonia no es solo un acto simbólico, sino un vínculo vivo entre generaciones, recordando a quienes lucharon en conflictos pasados y presentes. Los veteranos que desfilaron representaron un puente tangible entre la historia y la actualidad.
- Unidad nacional: En un Reino Unido afectado por debates sobre identidad, el papel de la monarquía y el acto público de honrar a los caídos sirve como punto de cohesión que trasciende partidos, generaciones y regiones.
- Conciencia estratégica: En un mundo en que la seguridad europea vuelve a estar bajo tensión, la ceremonia también cobra un matiz de recordatorio sobre los costes del conflicto, la defensa nacional y la solidaridad internacional.
- Visibilidad internacional: Dado que el Remembrance Sunday es observado también en bases británicas en el extranjero y por miembros de la Mancomunidad, el acto tiene alcance global, reforzando la posición del Reino Unido como nación que honra sus compromisos históricos.
¿Y ahora qué sigue?
- El Rey tiene programado para el 11 de noviembre una recepción en el Castillo de Windsor para veteranos del Pacífico de la Segunda Guerra Mundial, lo que amplía el contexto conmemorativo a otros teatros de conflicto.
- En los próximos días se esperan declaraciones formales del Gobierno británico sobre compromiso continuo con los veteranos, sus familias, así como con la mejora de servicios de salud y apoyo post-servicio.
- Las ceremonias locales se replicarán en todo el Reino Vía miles de monumentos comunitarios, cementerios y memoriales, reforzando el énfasis en que la memoria es también un ejercicio colectivo local.
En una mañana de noviembre en Londres, el murmullo de miles de asistentes se apagó a las 11:00 para dar paso al silencio. Dos minutos que, sin embargo, dicen mucho. Dicen que el sacrificio no es olvido. Dicen que la gratitud a quienes dieron su vida —y muchos sobrevivieron con heridas físicas o invisibles— sigue viva.
El Rey Carlos III, al presidir este acto, no solo cumple con un ritual de Estado: encarna la continuidad de una nación que mira atrás para comprender, honrar y aprender. En un mundo cada vez más fragmentado, ese gesto tiene un valor que va más allá de la corona. Porque recordar también es un acto de futuro.
Fuente: www.ctvnews.ca
Foto: Google fotos