THE LATIN VOX (27 de junio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

Un controvertido impuesto propuesto por la administración del presidente Donald Trump, conocido como el “impuesto de venganza”, que podría costarle miles de millones a empresas y ciudadanos canadienses, está en riesgo de ser eliminado, según anunció el jueves el secretario del Tesoro de Estados Unidos, Scott Bessent.
Bessent informó que se ha alcanzado un acuerdo con los países del G7 para que las empresas estadounidenses queden exentas de los impuestos contemplados en el Pilar Dos de la OCDE, gravámenes que Estados Unidos considera injustos. En consecuencia, solicitó al Senado y a la Cámara de Representantes que retiren la sección 899 —el corazón del “impuesto de venganza”— del proyecto de ley “One Big Beautiful Bill” (“Una gran y hermosa ley”).
“Este entendimiento con nuestros socios del G7 proporciona mayor certidumbre y estabilidad para la economía global, y fomentará el crecimiento y la inversión en EE.UU. y más allá”, escribió Bessent en la red social X (antes Twitter).
Aunque aún no está claro si esta posición cuenta con el respaldo del expresidente Trump ni si ambas cámaras del Congreso aceptarán la solicitud, se espera que el G7 emita un comunicado oficial el viernes confirmando el acuerdo y el quid pro quo negociado para eliminar la sección 899.
Este impuesto estaba diseñado para castigar a países con impuestos que EE.UU. consideraba discriminatorios o injustos, como el impuesto canadiense a los servicios digitales (DST), que grava a gigantes tecnológicos como Amazon, Google, Meta, Uber y Airbnb sobre los ingresos generados en Canadá.
De aprobarse la versión inicial en la Cámara de Representantes, se habría impuesto una retención del 5 % sobre dividendos y otros ingresos pagados por empresas estadounidenses a inversores residentes en países sancionados, aumentando un 5 % anual hasta un máximo del 20 %. Una enmienda en el Senado proponía retrasar su aplicación hasta 2027 y limitar el impuesto máximo al 15 %, aunque aún no se ha votado.
Un análisis del Comité Conjunto de Impuestos del Congreso estadounidense (JCT), un organismo independiente similar a la Oficina Parlamentaria de Presupuesto de Canadá, prevé que el impuesto inicialmente recaudará miles de millones para el Tesoro estadounidense, pero que las ganancias se desplomarían con el tiempo. Para 2033 o 2034, el impuesto causaría una pérdida neta de ingresos para EE.UU., ya que ahuyentaría a inversores extranjeros y reduciría el valor de los activos estadounidenses.
Según el JCT, la versión aprobada por la Cámara podría generar 116.300 millones de dólares entre 2025 y 2034, con picos de 28.700 millones en 2027 y 31.800 millones en 2028. Sin embargo, para 2034 se proyecta que el impuesto cueste al Tesoro estadounidense 8.100 millones en ingresos perdidos.
Una fuente familiarizada con el estudio explicó que el análisis asume un producto nacional bruto estadounidense constante y que otros países, como Canadá, no modificarán sus leyes fiscales. Sin embargo, el comité prevé que individuos y empresas cambiarán su comportamiento para evitar el impuesto, reduciendo las inversiones directas y de cartera en EE.UU., lo que impactará negativamente la economía estadounidense.
El economista canadiense David Macdonald, del Centro Canadiense para Alternativas Políticas, señaló que el análisis del JCT subestima la posibilidad de represalias fiscales por parte de países afectados. “La guerra comercial ha demostrado que Canadá está dispuesto a contraatacar”, afirmó.
Macdonald destacó que EE.UU. está más expuesto fiscalmente que Canadá, ya que muchas empresas estadounidenses operan en territorio canadiense y generan mayores ganancias aquí que las empresas canadienses en EE.UU.
Coincidió con el JCT en que el impuesto podría desencadenar un éxodo de inversiones en valores estadounidenses, y anticipó que muchas compañías ya buscan mecanismos para proteger sus activos.
“Nadie gana una guerra comercial y nadie gana una guerra fiscal”, concluyó Macdonald, advirtiendo que esta disputa podría perjudicar gravemente las economías de ambos países.
Mientras tanto, el futuro del “impuesto de venganza” parece pendular entre la eliminación y la posible aplicación, con Canadá y EE.UU. observando con atención las negociaciones en Washington que definirán el rumbo de este polémico gravamen.
Crédito fotográfico: Getty Images.