Tensión comercial y soberanía en juego entre Canadá y EE.UU.

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Foto: AP-Mark Schiefelbein

La reciente visita de los trece primeros ministros canadienses a la Casa Blanca ha generado intensas especulaciones sobre el futuro de la relación entre Canadá y Estados Unidos. Durante una reunión clave con altos asesores del presidente Donald Trump, uno de los temas discutidos fue la posibilidad de que Canadá se convierta en el 51º estado de la Unión, una idea que, según funcionarios de la administración, sigue siendo «una consideración».

El encuentro, liderado por James Blair, subjefe de gabinete de la Casa Blanca, y Sergio Gor, director de la oficina de personal presidencial, buscaba abrir un canal de comunicación directo entre los líderes provinciales canadienses y la administración Trump en medio de una creciente crisis comercial.

El primer ministro de la Columbia Británica, David Eby, fue rápido en rechazar la idea de que Canadá pudiera convertirse en un estado más de la federación estadounidense. «Nos comprometimos a expresar nuestra voluntad de trabajar en áreas clave de acuerdo, pero Canadá nunca será el 51º estado», afirmó Eby tras salir de la reunión.

Sin embargo, en una publicación en redes sociales, Blair matizó esas declaraciones, asegurando que en ningún momento la Casa Blanca aceptó que Canadá no se integraría en EE.UU., sino que simplemente se comprometieron a compartir los comentarios de Eby con el presidente. Además, enfatizó que la mejor forma de entender la posición de Trump es «tomar lo que dice al pie de la letra».

El viaje de los mandatarios provinciales canadienses se produce en un momento de creciente tensión comercial con Washington. Trump firmó el lunes una orden ejecutiva que impone aranceles del 25% sobre todas las importaciones de acero y aluminio, incluidas las de Canadá, a partir del 12 de marzo. Además, podrían aplicarse aranceles adicionales del 10% a las importaciones de energía y otros productos canadienses a partir del 4 de marzo.

Si ambas rondas de aranceles se implementan, las exportaciones canadienses de acero y aluminio podrían enfrentar tarifas combinadas de hasta el 50%, según confirmó un funcionario de la Casa Blanca. Trump también ha insinuado la posibilidad de imponer impuestos a las importaciones de automóviles canadienses, con tasas que podrían oscilar entre el 50% y el 100%.

El presidente estadounidense justificó estas medidas alegando que buscan «nivelar el campo de juego» y prometió anunciar pronto un sistema de «aranceles recíprocos», lo que podría significar que EE.UU. aplicaría tarifas equivalentes a las que otros países imponen sobre los productos estadounidenses.

Frente a esta situación, el ministro de Finanzas de Canadá, Dominic LeBlanc, se reunió en Washington con Howard Lutnick, nominado por Trump para dirigir el Departamento de Comercio, y con el asesor económico Kevin Hassett. LeBlanc expresó su optimismo y reafirmó la voluntad de Canadá de evitar una guerra comercial. «No soy pesimista», dijo. «Soy optimista por naturaleza y me alientan las conversaciones que hemos tenido».

Sin embargo, Canadá también ha dejado claro que responderá si EE.UU. implementa los aranceles. Trudeau ya ha delineado una lista de productos estadounidenses que podrían estar sujetos a tarifas de represalia. No obstante, Ottawa ha suspendido estas medidas mientras se mantienen las negociaciones y se mantiene la pausa temporal de los aranceles anunciada por Trump.

Algunos analistas consideran que las amenazas arancelarias son una estrategia de presión para renegociar el Acuerdo Canadá-EE.UU.-México (CUSMA) en 2026. El pacto comercial fue firmado durante la primera administración Trump para reemplazar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN).

Los primeros ministros provinciales han reaccionado con una mezcla de cautela y diplomacia. Danielle Smith, primera ministra de Alberta, destacó que los primeros aranceles de Trump estuvieron relacionados con preocupaciones sobre seguridad fronteriza y fentanilo, y que el gobierno canadiense ha tomado medidas en esas áreas. «Creo que la diplomacia está funcionando», afirmó. «Hemos logrado una prórroga de 30 días porque nos comprometimos a trabajar en la seguridad fronteriza y el problema del fentanilo».

Por su parte, Wab Kinew, primer ministro de Manitoba, calificó la visita a Washington como «una ofensiva de encanto» y subrayó la importancia de mantener la relación histórica de amistad entre ambas naciones. «Este no es un momento para lanzar ultimátums, sino para recordar que la amistad entre Canadá y EE.UU. ha sido una de las más estables del mundo», dijo.

Los primeros ministros también se reunieron con legisladores republicanos y demócratas, quienes han expresado preocupación por los efectos negativos que los aranceles podrían tener en sus propios distritos, especialmente en el sector manufacturero y automotriz.

Aunque la idea de que Canadá se convierta en el 51º estado de EE.UU. ha sido descartada por los líderes canadienses, la Casa Blanca no ha cerrado del todo la puerta a esta posibilidad. Con una creciente incertidumbre económica y política, la relación bilateral enfrenta una de sus pruebas más difíciles en décadas.

Mientras tanto, el gobierno canadiense sigue apostando por la diplomacia y la negociación para evitar un conflicto comercial a gran escala. Con la posibilidad de que nuevas tarifas entren en vigor en abril, la próxima fase de conversaciones será crucial para determinar el futuro de la economía canadiense y la estabilidad de la relación entre ambos países.


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