El pasado sábado, un hombre blanco, enmascarado, llevó a cabo un tiroteo fatal en una tienda Dollar General en Jacksonville, Florida, en un vecindario predominantemente afroamericano. Este acto se considera un ataque deliberado y motivado por el odio racial, ya que el agresor dejó escritos racistas antes de suicidarse, según declaraciones de las autoridades.
Las víctimas de este trágico suceso fueron dos hombres y una mujer afroamericanos. Sin embargo, las autoridades aún no han hecho públicos los nombres de las víctimas ni del tirador, quien era un joven en sus 20 años. El atacante utilizó un conjunto de armas, incluyendo una pistola Glock y un rifle semiautomático AR-15, con al menos una de las armas decorada con una esvástica. También portaba un chaleco antibalas.
El sheriff de Jacksonville, T.K. Waters, afirmó que el tirador había dejado escritos que indicaban que llevó a cabo el tiroteo en el quinto aniversario de otro incidente similar en Jacksonville, donde otro individuo abrió fuego durante un torneo de videojuegos. En ese evento, dos personas murieron antes de que el atacante se suicidara.
El tiroteo ocurrió cerca de la Universidad Edward Waters, una institución históricamente afroamericana, y el tirador fue visto en el campus poco antes del incidente, vistiendo su chaleco y una máscara.
Tras el tiroteo, los estudiantes de la Universidad Edward Waters se mantuvieron en sus dormitorios como medida de precaución. El alcalde de Jacksonville, Donna Deegan, expresó su pesar y condenó este acto de violencia racial.
Este trágico suceso tuvo lugar poco después de la conmemoración de la Marcha en Washington en la capital de la nación, que destacó la creciente amenaza de la violencia motivada por el odio contra personas de color.
El ataque en Jacksonville, al ser dirigido a un centro comercial en un vecindario afroamericano, inevitablemente revive temores relacionados con tiroteos previos que han afectado a la comunidad afroamericana en Estados Unidos. Entre ellos, se destaca el tiroteo en un supermercado en Buffalo, Nueva York, en 2022, y el ataque a una histórica iglesia metodista episcopal africana en Charleston, Carolina del Sur, en 2015, que aún resuenan como trágicos episodios de violencia racial en el país.