
En un giro político inesperado, el primer ministro saliente de Canadá, Justin Trudeau, ha expresado preocupaciones sobre la posibilidad de que el expresidente estadounidense Donald Trump esté considerando seriamente la anexión de Canadá.
Durante una reunión a puerta cerrada con líderes empresariales en Toronto, Trudeau afirmó que Trump ha insinuado la idea de convertir a su país en el «51.º estado» de Estados Unidos como una estrategia para asegurar el acceso a los minerales críticos canadienses.
«Trump tiene en mente que la manera más fácil de hacerlo es absorbiendo nuestro país, y esto es algo real», declaró Trudeau, según informaron varios medios de comunicación canadienses tras captar sus palabras a través de un micrófono abierto.
Estas declaraciones surgen tras la amenaza de Trump de imponer un arancel del 25 % sobre todas las exportaciones canadienses a Estados Unidos, salvo por las exportaciones energéticas, que enfrentarían un gravamen del 10 %.
Estos aranceles debían entrar en vigor esta semana, pero el expresidente otorgó un respiro de última hora de 30 días a cambio de que Canadá fortaleciera la seguridad en su frontera compartida con EE. UU.
Trump ha insinuado en múltiples ocasiones que la solución definitiva para evitar estos aranceles sería la incorporación de Canadá a la Unión Americana. En su red social Truth Social y en declaraciones a la prensa, ha hecho referencia a Trudeau como «Gobernador Trudeau», alimentando la especulación sobre sus verdaderas intenciones.
«Lo que me gustaría ver es que Canadá se convierta en nuestro 51.º estado», dijo Trump esta semana desde el Despacho Oval.
Por primera vez, la reacción del gobierno canadiense ha dejado de ser de incredulidad. Aunque inicialmente se desestimó como una broma cuando Trump mencionó la idea en una cena con Trudeau en diciembre, el tono de las declaraciones del primer ministro sugiere un cambio en la percepción del riesgo.
La posibilidad de que Canadá se convierta en parte de Estados Unidos es rechazada por la inmensa mayoría de los ciudadanos canadienses. Una encuesta de Ipsos realizada en enero reveló que el 80 % de los canadienses se oponen a la anexión y votarían «no» en un hipotético referéndum.
También existen obstáculos legales y políticos considerables. En EE. UU., la integración de un nuevo estado requeriría la aprobación de ambas cámaras del Congreso, con una supermayoría de 60 votos en el Senado. Sin embargo, la polarización política haría casi imposible que una propuesta de tal magnitud avanzara sin una crisis diplomática sin precedentes.
Más allá de la retórica política, las amenazas de Trump han generado preocupación en la economía canadiense. Alrededor del 75 % de las exportaciones de Canadá tienen como destino EE. UU., y la imposición de aranceles punitivos podría causar una recesión y la pérdida de miles de empleos.
En respuesta, varias provincias han lanzado campañas de «compre local» para fomentar el consumo interno y reducir la dependencia del mercado estadounidense. Al mismo tiempo, algunos ciudadanos han cancelado viajes a EE. UU. en señal de protesta.
Mientras tanto, el gobierno de Trudeau ha intensificado los esfuerzos para fortalecer la colaboración con EE. UU. en sectores estratégicos como la energía y los minerales críticos. Jonathan Wilkinson, ministro de Energía de Canadá, ha estado en Washington negociando acuerdos que podrían beneficiar a ambos países sin necesidad de recurrir a medidas drásticas como la anexión.
En su intervención durante el foro económico de Toronto, Trudeau advirtió que Canadá enfrenta «una situación política desafiante y de largo plazo con Estados Unidos» y que su país debe fortalecer su economía y diversificar sus relaciones comerciales para afrontar las dificultades venideras.
A medida que Trump sigue dominando la conversación política en EE.UU., la posibilidad de que sus amenazas se traduzcan en políticas concretas sigue siendo incierta. No obstante, la tensión generada por sus comentarios subraya la necesidad de que Canadá se prepare para un futuro donde la relación con su mayor socio comercial podría volverse más volátil y menos predecible.