
THE LATIN VOX (28 de febrero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz
En un giro inesperado durante su reunión con el primer ministro británico, Keir Starmer, en la Casa Blanca, Donald Trump insistió en que Vladimir Putin cumpliría su palabra en un posible acuerdo de paz para Ucrania.
El presidente de los Estados Unidos argumentó que la presencia de trabajadores estadounidenses en Ucrania, encargados de la extracción de minerales críticos, actuaría como un «respaldo de seguridad» que disuadiría a Rusia de invadir nuevamente.
Trump, conocido por sus posturas controvertidas, destacó que Putin no violaría los términos de un acuerdo de paz, el cual podría implicar el retorno de gran parte del territorio ucraniano que fue invadido y tomado por Rusia durante el conflicto de tres años. Aunque no comprometió el envío de fuerzas estadounidenses para apoyar una fuerza de mantenimiento de la paz liderada por Europa, Trump dejó claro que Estados Unidos «siempre» estaría dispuesto a ayudar a las fuerzas británicas si fuera necesario.
En una relación que parecía cordial y marcada por una comunicación fluida, Trump elogió a Starmer como «una persona excepcional» y «muy especial». El presidente estadounidense también pareció inclinarse hacia apoyar un acuerdo sobre las Islas Chagos, una cuestión diplomática de larga data, tras recibir una carta del Rey Carlos III ofreciendo a Trump una inédita segunda visita de estado al Reino Unido.
Sin embargo, el encuentro entre Trump y Starmer tuvo lugar en un contexto delicado para la seguridad europea, con la nueva administración estadounidense adoptando una postura que podría alterar el consenso transatlántico sobre Ucrania. Starmer, en una clara estrategia para fortalecer el apoyo de Washington a Kiev, presionó a Trump para que proporcionara garantías de seguridad a Ucrania, en caso de que se lograra un acuerdo de paz.
«Hoy hemos discutido un plan para alcanzar una paz que sea justa y firme, y que Ucrania pueda ayudar a moldear. Un plan respaldado por la fuerza para evitar que Putin regrese por más», comentó Starmer. El primer ministro también subrayó la importancia de las garantías de seguridad, especialmente si se considera que la paz no será duradera sin medidas firmes para impedir futuras agresiones rusas.
Trump, por su parte, señaló que la parte más difícil no sería mantener la paz, sino lograr que se materialice un acuerdo. En cuanto a las garantías de seguridad, el presidente estadounidense sugirió que la implicación económica de su país en el sector de tierras raras en Ucrania podría actuar como un suficiente disuasivo para Rusia.
«Tendremos mucha gente trabajando allí. No creo que nadie se atreva a hacer algo si estamos allí con muchos trabajadores involucrados en minerales y otras áreas que necesitamos para nuestro país», explicó.
En cuanto al retorno de los territorios ocupados por Rusia, Trump dejó en claro que la intención sería «recuperar todo lo posible», aunque evitó comprometerse a un plan específico. En respuesta a las preocupaciones de Starmer sobre una nueva invasión rusa, Trump manifestó: «No creo que vaya a suceder. Cuando tengamos un acuerdo, ese será el acuerdo. Confío en que Putin cumplirá su palabra. He conocido a Putin durante mucho tiempo, y creo que no violará su palabra.»
A pesar de su confianza en que un acuerdo de paz podría mantenerse, Trump reiteró su apoyo al principio de defensa colectiva de la OTAN, aunque también destacó que, en su opinión, no sería necesario recurrir a esta cláusula si el acuerdo se materializaba de forma exitosa.
El presidente estadounidense también aprovechó la ocasión para suavizar sus comentarios pasados sobre el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, tras haberlo llamado anteriormente «dictador». Trump reconoció que su relación con Zelenskyy había pasado por momentos difíciles debido al apoyo financiero de Estados Unidos a Ucrania, pero reconoció la valentía del presidente ucraniano y destacó la efectividad del ejército ucraniano en la lucha contra las fuerzas rusas.
Por otro lado, se discutió un posible acuerdo comercial entre el Reino Unido y Estados Unidos, centrado en la tecnología, aunque los funcionarios británicos sugirieron que ello podría requerir una mayor desregulación. Trump no descartó la posibilidad de imponer aranceles al Reino Unido, pero enfatizó su «afecto especial» por el país, señalando sus inversiones en Escocia y la relación equilibrada entre ambas naciones.
El encuentro culminó con un breve desacuerdo entre Starmer y JD Vance, vicepresidente de Trump, en torno a la libertad de expresión en Europa, un tema que generó un intercambio algo tenso sobre los límites de la legislación en el Reino Unido y su impacto en las empresas estadounidenses.
En resumen, las conversaciones entre Trump y Starmer marcaron un momento clave en la diplomacia internacional. Aunque los desacuerdos sobre la implementación de un acuerdo de paz persisten, ambas partes parecen coincidir en la necesidad de una solución que garantice la estabilidad a largo plazo en Ucrania, evitando una nueva escalada de la agresión rusa.
Crédito fotográfico: Reuters