En un mitin reciente en Erie, Pensilvania, el expresidente Donald Trump se quejó públicamente sobre el cristal de seguridad que lo protegía del público, diciendo que le daba una apariencia poco favorecedora. En un momento irónico, sugirió que el vidrio debería estar ahí solo para proteger a la prensa, no a él. Esta barrera de seguridad se implementó tras un intento de atentado en su contra en julio. Aunque la queja pueda parecer trivial, la escena refleja su estilo característico de interactuar con sus seguidores: con comentarios que combinan humor con críticas.
Además de estas quejas sobre la estética y visibilidad del cristal, Trump continuó su retórica de desconfianza hacia los medios, y reiteró que está comprometido con su campaña de cara a las elecciones de 2024. Su equipo ha defendido estos comentarios como un intento humorístico de conectar con su audiencia y criticar la cobertura mediática, que según él sigue siendo injusta y sesgada.
El Servicio Secreto, en tanto, ha mantenido la medida como un requisito estándar para preservar la seguridad del candidato, ante un panorama político en el que las tensiones han aumentado. Trump sigue criticando tanto a sus rivales demócratas como a los republicanos que, en su opinión, no han respaldado adecuadamente su postura sobre temas clave, consolidando un mensaje de “antielitismo” que resuena con su base de seguidores. En este sentido, su comentario sobre el cristal se convierte en un símbolo de sus quejas constantes contra el “sistema” que, según él, trabaja en su contra.