
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sorprendió al mundo al anunciar la imposición de aranceles del 25% sobre las importaciones colombianas, con la posibilidad de incrementarlos hasta el 50%. Esta medida se tomó en respuesta a la negativa del presidente colombiano, Gustavo Petro, de permitir el aterrizaje de aviones de deportación de EE.UU.
La reacción inmediata en los mercados financieros fue notable. El peso colombiano se depreció un 1,8% frente al dólar estadounidense, reflejando la incertidumbre generada por la decisión. Además, las acciones de empresas colombianas que cotizan en bolsas internacionales experimentaron caídas significativas. Por ejemplo, Bancolombia S.A. (CIB) vio una disminución en su valor de mercado, afectando a los inversionistas y a la economía en general.
El sector del café, una de las principales exportaciones de Colombia, también se vio afectado. Los precios del café alcanzaron máximos históricos, con la libra cotizando a 3,51 dólares, un aumento del 85% en comparación con el año anterior. Esta alza se atribuye en parte a las tensiones diplomáticas y a la incertidumbre sobre el acceso al mercado estadounidense, que representa aproximadamente el 40% de las exportaciones colombianas de café.
La comunidad internacional reaccionó con preocupación ante la escalada de tensiones entre Estados Unidos y Colombia. Líderes de América Latina, incluidos el presidente hondureño Xiomara Castro y otros mandatarios regionales, convocaron una cumbre de emergencia para abordar las agresivas políticas comerciales de Trump y sus implicaciones para la región. Durante la cumbre, se discutieron estrategias para contrarrestar las medidas unilaterales de EE. UU. y fortalecer la unidad regional frente a desafíos comunes.
En respuesta a la presión internacional y a las consecuencias económicas internas, el gobierno colombiano accedió a las condiciones impuestas por Trump. Colombia aceptó recibir a todos los ciudadanos colombianos deportados por Estados Unidos, permitiendo el aterrizaje de aviones militares estadounidenses en su territorio para facilitar el proceso de deportación. Este acuerdo puso fin temporalmente a la disputa arancelaria, aunque las tensiones subyacentes persisten.
Este episodio resalta la vulnerabilidad de las economías emergentes a las políticas comerciales unilaterales de potencias globales. La incertidumbre generada por las amenazas arancelarias y las medidas proteccionistas de Estados Unidos subraya la necesidad de que los países en desarrollo diversifiquen sus mercados de exportación y fortalezcan sus economías internas para mitigar los riesgos asociados a cambios abruptos en las relaciones comerciales internacionales.