Trump exhibe su “Alcatraz de los caimanes”: Entre espectáculo político y distopía migratoria

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THE LATIN VOX (2 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz

En el corazón húmedo y salvaje del sur de Florida, donde antes solo los caimanes y las serpientes pitón dominaban los pantanos, Donald Trump ha escrito un nuevo capítulo de su política migratoria con tintes autoritarios.

Ayer el presidente de Estados Unidos encabezó una visita cuidadosamente coreografiada a la recién inaugurada y ya infame instalación para detenidos indocumentados conocida como “Alcatraz de los Caimanes”.

Más que una inspección rutinaria, el evento se convirtió en una celebración calculada del miedo, una puesta en escena de dureza que dejó poco lugar a interpretaciones.

Acompañado por figuras clave como la secretaria de Seguridad Nacional Kristi Noem y el gobernador de Florida Ron DeSantis, Trump recorrió el complejo de mallas metálicas, alambres de púas y camas metálicas sin disimular su satisfacción.

“Entre Kristi y Ron, esto es un ejemplo de cómo el gobierno trabaja en conjunto”, dijo, sonriendo, frente a un grupo de periodistas mayoritariamente afines. “Han hecho un trabajo increíble. Estoy orgulloso de ellos”.

Un símbolo de la nueva era migratoria

Construido en tiempo récord, el centro tiene capacidad para 5.000 detenidos y fue expropiado al condado de Miami-Dade por decreto de emergencia del gobernador DeSantis. El entorno –los Everglades, una zona de importancia ecológica crítica– ahora es un escenario de pesadilla para quienes carecen de papeles.

Organizaciones de derechos humanos han calificado la instalación de “inhumana” y “cruel”, señalando el calor extremo, la humedad, los enjambres de mosquitos y la cercanía con la fauna salvaje, incluidos caimanes y serpientes invasoras. Pero Trump, lejos de mostrarse perturbado, pareció disfrutar del simbolismo brutal. “Podría ser tan bueno como la Alcatraz original”, dijo. “También da miedo, ¿no?”.

De Bukele a Miller: la inspiración autoritaria

En una clara señal de alineación con políticas de mano dura, Trump elogió al presidente salvadoreño Nayib Bukele, a quien recibió en la Casa Blanca semanas atrás, justo después de que más de 200 presuntos pandilleros venezolanos fueran deportados a la gigantesca prisión salvadoreña Cecot.

Stephen Miller, su principal estratega en temas migratorios, lo resumió sin rodeos: “Lo que ha hecho en estos cinco meses es cumplir con el sueño de 50 años del pueblo estadounidense: asegurar la frontera”. A su lado, Trump asentía, mientras el Congreso avanza en la aprobación de un paquete presupuestario de $150 mil millones destinados exclusivamente a deportaciones.

Una escalada sin precedentes

En las últimas semanas, la administración Trump ha intensificado su ofensiva: arrestos en las calles por agentes enmascarados y sin identificación, uso de la Guardia Nacional contra manifestantes en Los Ángeles, e incluso la detención de políticos demócratas, como el senador Alex Padilla, esposado frente a una corte migratoria.

Los defensores de los derechos civiles ven en esta nueva etapa una peligrosa deriva hacia el autoritarismo. La propia visita a “Alcatraz de los Caimanes” fue percibida como una provocación destinada a intimidar más que a informar.

«Puede que no tengan que quedarse aquí… si se van solos»

Kristi Noem adoptó el papel de “poli bueno” en el acto, alentando a los migrantes a “autodeportarse” voluntariamente. “Pueden irse por su cuenta y volver a aplicar para ingresar legalmente”, dijo, sin aclarar cómo lograrían ese objetivo quienes huyen de la violencia o la miseria.

Pero el verdadero tono lo marcó Trump al final, cuando un reportero de Fox News le preguntó cuánto tiempo estarían detenidas las personas en el centro: días, semanas o meses.

Trump sonrió, ignoró la pregunta y respondió con descaro: “Este es mi estado natal. Me encanta… Estaré aquí tanto como pueda. Buena pregunta”.

¿Una cárcel… o una campaña?

El “Alcatraz de los Caimanes” no es solo una prisión para migrantes: es un escenario de campaña, un símbolo visual del poder implacable que Trump quiere proyectar en su segundo mandato. En tiempos donde la democracia estadounidense atraviesa pruebas cruciales, este complejo de acero y pantano representa algo más profundo que una política migratoria: es un espejo oscuro del país que podría venir.

Crédito fotográfico : AFP


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