Trump exige la renuncia del CEO de Intel tras acusaciones de vínculos con el Partido Comunista Chino

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THE LATIN VOX (8 de agosto del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

En un giro inesperado que sacudió los mercados y las políticas comerciales internacionales, Donald Trump ha pedido la renuncia inmediata de Lip-Bu Tan, el CEO de Intel, tras acusaciones de que el alto ejecutivo mantiene vínculos con el Partido Comunista Chino (PCC).

Este episodio se produce un día después de que el presidente estadounidense amenazara con imponer aranceles del 100% a los semiconductores importados, lo que, en teoría, podría beneficiar a Intel por ser una empresa de semiconductores con sede en EE. UU.

El choque de Trump con Intel: ¿Una estrategia comercial o una confrontación personal?

Trump, a través de su plataforma Truth Social, publicó un contundente mensaje en el que calificaba al CEO de Intel de «altamente conflictivo» y pedía su renuncia inmediata. «No hay otra solución para este problema. ¡Gracias por su atención a este problema!» escribió el presidente. Esta declaración provocó una caída de más del 3% en las acciones de Intel en las primeras operaciones bursátiles del día.

Aunque Trump no presentó pruebas contundentes de sus acusaciones, este ataque a Tan se enmarca dentro de una creciente confrontación entre el presidente y el sector tecnológico, especialmente en lo que respecta a los semiconductores, un campo crucial para la seguridad y la economía de EE. UU.

La amenaza de aranceles del 100% sobre los semiconductores importados parece estar dirigida a presionar a los fabricantes extranjeros, aunque algunos analistas sugieren que el ataque a Tan podría ser también un movimiento personal.

Acusaciones de vínculos con el Partido Comunista Chino

La raíz del conflicto parece estar en una carta enviada por el senador republicano Tom Cotton a Frank Yeary, presidente de Intel, en la que expresaba su preocupación por los presuntos vínculos de Tan con empresas chinas que tendrían lazos con el ejército del PCC.

En su carta, Cotton afirmaba que Tan tenía inversiones en numerosas empresas chinas, varias de las cuales, según él, estarían vinculadas al Ejército Popular de Liberación (EPL), la rama militar del Partido Comunista.

Cotton también mencionó la relación de Tan con Cadence Design Systems, una empresa que recientemente vendió productos a la Universidad Nacional de Defensa de China, una acción que podría haber violado las estrictas leyes de control de exportaciones de EE. UU.

Esta situación ha exacerbado la reticencia de muchos en el Congreso hacia las políticas de empresas tecnológicas que tienen vínculos con China, un tema muy sensible en el contexto de la creciente competencia geopolítica entre ambas potencias.

Intel responde: Compromiso con la seguridad nacional de EE.UU.

Ante las acusaciones, Intel defendió a su CEO y a la compañía, reiterando que tanto Tan como su junta directiva están comprometidos con los intereses de seguridad económica y nacional de EE. UU. “Intel lleva 56 años fabricando en América”, señaló un portavoz de la empresa, agregando que la compañía sigue alineada con la agenda “America First” del presidente Trump.

Intel, que recientemente ha recibido una inversión significativa bajo la Ley Chips y Ciencia de 2022, también subrayó su compromiso con la fabricación de semiconductores en suelo estadounidense, un esfuerzo que busca reducir la dependencia de EE. UU. de la producción extranjera de chips.

Sin embargo, la compañía se enfrenta a un reto competitivo considerable, ya que empresas como Nvidia, con una capitalización de mercado de $4.4 billones, han superado a Intel en áreas clave, como la fabricación de chips para aplicaciones de inteligencia artificial.

El impacto de la Ley Chips y la competencia internacional

La Ley Chips, impulsada por la administración de Joe Biden, busca fortalecer la industria de semiconductores en EE. UU. y reducir la dependencia de China y otras naciones para la fabricación de estos componentes esenciales.

Intel, TSMC, Micron Technology y Samsung son algunas de las grandes empresas que se beneficiarán de esta legislación. Sin embargo, el valor de los fondos públicos destinados a la Ley Chips ($8 mil millones) es mucho menor que las inversiones privadas comprometidas, que superan los $400 mil millones.

En este contexto, la postura de Trump contrasta con la estrategia actual de Biden, quien ha apoyado la Ley Chips. Mientras Trump busca imponer aranceles como medio para incentivar la producción interna, la administración Biden opta por el incentivo directo a las empresas para que construyan sus plantas en EE. UU. Un ejemplo de esto es la decisión de TSMC de expandir su capacidad de fabricación en Arizona, donde aumentará de tres a seis plantas.

La guerra de aranceles y la industria tecnológica de EE.UU.

La amenaza de Trump de imponer aranceles del 100% a los semiconductores importados ha reavivado el debate sobre la eficacia de los aranceles en la guerra comercial entre EE. UU. y China.

Si bien estas políticas podrían favorecer a empresas estadounidenses como Intel, también podrían tener efectos negativos para los consumidores y las empresas que dependen de los productos importados, como las compañías de tecnología que utilizan semiconductores en sus productos finales.

Además, las tensiones con China, que ya se han traducido en aranceles en otros sectores, podrían escalar aún más si se lleva a cabo una medida tan drástica como la de los aranceles a los semiconductores, un sector clave en la economía global.

¿Un movimiento geopolítico o una estrategia electoral?

El ataque de Trump a Lip-Bu Tan no solo refleja las tensiones entre EE. UU. y China, sino también la política interna de EE. UU., en especial en un año electoral.

La industria tecnológica, que ha sido uno de los sectores más influyentes y rentables en la economía global, juega un papel central en las estrategias de Trump, quien busca mantener su base electoral movilizada en torno a temas de seguridad económica y nacional.

En resumen, la llamada de Trump a la renuncia de Tan subraya un momento decisivo en la confrontación entre las políticas proteccionistas y la necesidad de mantener la competitividad global en el sector tecnológico.

Si bien la acusación de vínculos con el Partido Comunista Chino podría ser una estrategia para presionar a Intel, también refleja las profundas divisiones geopolíticas y comerciales que definen la relación entre las grandes potencias tecnológicas y las naciones occidentales.

Crédito fotográfico: NewsBytes


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