En una reciente entrevista, el expresidente Donald Trump declaró que el ejército podría ser utilizado para preservar el orden el día de las elecciones de 2024, si fuera necesario. Al afirmar que la amenaza proviene de «radicales de izquierda» dentro del país, Trump insinuó que estas medidas serían necesarias para enfrentar disturbios internos.
Sus comentarios han causado alarma entre sus detractores, quienes ven esto como una amenaza directa a la democracia estadounidense. La campaña de Kamala Harris condenó la declaración, acusando a Trump de usar tácticas dictatoriales y poniendo en riesgo la libertad de los estadounidenses.
El uso de las fuerzas militares durante el proceso electoral sería una medida sin precedentes en la historia reciente de Estados Unidos. Aunque la Ley de Insurrección de 1807 otorga al presidente el poder de desplegar al ejército en situaciones de desorden civil, la posibilidad de que Trump aplique esta medida ha sido motivo de críticas y preocupación. Durante su presidencia, Trump amenazó con invocar esta ley en respuesta a las protestas tras la muerte de George Floyd, aunque finalmente no lo hizo.
En su entrevista, Trump minimizó la posibilidad de caos por parte de sus votantes, sugiriendo que cualquier problema provendría de sus opositores políticos. Sin embargo, también mencionó que el “enemigo interno” es más peligroso que potencias extranjeras como China y Rusia, argumentando que las amenazas internas son más difíciles de controlar debido a la naturaleza de los actores involucrados.
La respuesta desde la campaña de Harris no tardó en llegar. Su portavoz, Ian Sams, acusó a Trump de sugerir el uso de las fuerzas armadas contra sus propios compatriotas, calificando sus palabras de peligrosas. Sams destacó que las propuestas de Trump, junto con su promesa de ser un dictador desde el «primer día» si es reelegido, son una grave amenaza para la libertad y seguridad del país. Añadió que esta retórica debería preocupar a todos los ciudadanos comprometidos con la preservación de la democracia.
Además, Trump también atacó al congresista Adam Schiff, a quien calificó como un «total sinvergüenza». Schiff, quien desempeñó un papel central en el primer juicio político contra Trump y que ahora se postula para el Senado, respondió rápidamente a las críticas, señalando que Trump está obsesionado con él. Durante el mismo evento, Trump también mencionó su intención de involucrar al empresario Elon Musk en su futura administración, asignándole un rol enfocado en la reducción de costos.