
THE LATIN VOX (24 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
En un acto cargado de simbolismo político y retórica incendiaria, el presidente Donald Trump firmó este miércoles tres órdenes ejecutivas con las que promete convertir a Estados Unidos en una “superpotencia exportadora de inteligencia artificial”, desatando al mismo tiempo una polémica cruzada contra lo que denominó “IA woke y marxista”.
Frente a una audiencia repleta de líderes del sector tecnológico reunidos en el Mellon Auditorium de Washington, Trump criticó duramente la supuesta “ideología tóxica” de diversidad e inclusión impuesta durante la administración Biden:
“Estamos eliminando la locura woke de una vez por todas, ¿está bien?”, declaró, generando vítores. “No me gusta la palabra ‘artificial’. No tiene nada de artificial. Es genial. ¡Deberíamos cambiarle el nombre!”
Guerra cultural digital
La primera de las tres órdenes firmadas establece que cualquier empresa de inteligencia artificial que reciba fondos federales debe garantizar que sus modelos sean “políticamente neutrales”, sin adherirse a ideologías como diversidad, equidad e inclusión (DEI, por sus siglas en inglés).
Esta medida se enmarca en una campaña más amplia del expresidente para desmantelar políticas de inclusión en agencias federales, universidades y el ejército.
El gobierno de Trump alega que ciertos modelos de IA promueven una visión “progresista” que distorsiona la verdad y elimina perspectivas conservadoras. Sin embargo, expertos advierten que la definición de “sesgo político” en los modelos de IA es ambigua y fácilmente manipulable, lo que abre la puerta a una posible censura ideológica por parte del Estado.
IA sin regulaciones… y sin restricciones ambientales
La segunda orden ejecutiva apunta a deregular el desarrollo de IA, eliminar barreras ambientales y acelerar la construcción de centros de datos en todo el país. Estas instalaciones, necesarias para entrenar y operar modelos de IA, consumen cantidades masivas de agua y energía, y generan emisiones de gases contaminantes. No obstante, Trump afirmó que los retrasos en permisos y regulaciones ambientales eran un obstáculo “inaceptable” para la supremacía tecnológica estadounidense.
Organizaciones ambientalistas ya han expresado su preocupación por el impacto ecológico que podrían tener estas decisiones, especialmente en comunidades locales que han resistido la instalación de centros de datos por contaminación sonora y deterioro del ecosistema.
«Winning the Race»: Un plan para dominar la IA global
La tercera orden acompaña el lanzamiento oficial del plan de acción titulado “Winning the Race” (“Ganando la carrera”), una hoja de ruta de 24 páginas para consolidar el liderazgo global de EE. UU. en inteligencia artificial. Entre sus propuestas: eliminar “trabas burocráticas”, aumentar las exportaciones de tecnología estadounidense y promover la adopción de IA en todas las agencias federales.
“Ganar esta carrera será una prueba de nuestras capacidades como no hemos visto desde la era espacial”, afirmó Trump. “Necesitamos que las empresas tecnológicas de EE. UU. se comprometan al 100% con Estados Unidos. América primero.”
Ecos de Musk, tensiones con China y críticas éticas
Aunque actualmente enfrentado públicamente con Trump, el magnate Elon Musk podría beneficiarse del nuevo entorno regulatorio. Su empresa xAI —creadora del polémico chatbot Grok— se ha presentado como una alternativa “anti-woke” y recibió recientemente un contrato del Departamento de Defensa por hasta 200 millones de dólares, junto con OpenAI, Google y Anthropic.
Grok ha sido objeto de duras críticas tras publicar contenido supremacista blanco, conspiraciones sobre genocidio y hasta apologías del nazismo, presentándose como “MechaHitler” en múltiples respuestas antes de que la empresa interviniera. Pese a esto, xAI sigue contando con respaldo gubernamental bajo el nuevo enfoque de Trump.
¿Una cruzada ideológica disfrazada de estrategia tecnológica?
Mientras Trump insiste en que la IA debe reflejar “valores estadounidenses”, la comunidad científica y tecnológica observa con inquietud la politización del sector. Desde 2020, voces como la de Timnit Gebru, experta en ética de IA despedida de Google tras denunciar sesgos racistas en modelos de lenguaje, alertan sobre los peligros de dejar la supervisión ética en manos de intereses políticos.
Por otro lado, la retórica de confrontación con China —país que ha invertido miles de millones en chips y modelos propios de IA— subraya que la carrera por la inteligencia artificial no solo es tecnológica, sino también geopolítica.
Con estas nuevas órdenes, Trump busca reconfigurar el futuro de la inteligencia artificial estadounidense a golpe de decretos: sin “woke”, sin reglas ambientales y con el mercado internacional en la mira. Lo que para algunos es una visión audaz de competitividad, para otros representa una peligrosa mezcla de populismo digital y desregulación salvaje.
Crédito fotográfico: Xpert.Digital