Entre el 17 y 19 de septiembre de 2025, el presidente de EE. UU., Donald J. Trump, realizará una histórica segunda visita de Estado al Reino Unido, invitado por el rey Carlos III y hospedado en el Castillo de Windsor junto a la primera dama, Melania Trump .
La invitación le fue entregada personalmente por el primer ministro británico, Sir Keir Starmer, durante una reunión en la Casa Blanca en febrero .
Sin discurso en Westminster
A diferencia de líderes como Barack Obama, Bill Clinton o Emmanuel Macron, Trump no pronunciará un discurso ante la Cámara de los Comunes ni la Cámara de los Lores. La visita se planificó durante el receso parlamentario —entre el 16 y el 19 de septiembre— coincidiendo con la temporada de conferencias políticas, por lo que el Parlamento no estará sesionando .
Este calendario previene la controversia: hubo presiones de varios miembros del Partido Laborista, y el expresidente de la Cámara, John Bercow, ya había señalado en 2019 que el discurso era “un honor ganado, no un derecho” .
Ceremonias y logística
- El banquete oficial con el rey Carlos III se llevará a cabo en el Castillo de Windsor, debido a las renovaciones en el Palacio de Buckingham.
- Contrario a la visita de Macron, no se espera un desfile en carruaje por el Mall ni visita formal a Westminster Plaza .
- Trump podría tener una aparición semiprivada en Escocia a finales de julio, cercanamente a sus campos de golf, aunque sin encuentro oficial con el rey .
Motivos políticos y evitación de tensiones
La programación en días hábiles parlamentarios pudo haber generado boicots (incluyendo un grupo de al menos 15 diputados laboristas) y protestas, como el inflable “Trump Baby” de 2019 .
Además, el rey y el gobierno respaldaron esta decisión para evitar vínculos implicados por las controversiales declaraciones de Trump, como su sugerencia de que Canadá podría ser el “estado 51” de EE. UU., lo cual generó incomodidad por su calidad de soberano de ambos países .
Conclusión
La visita de Trump promete ser histórica y discreta. Aunque contará con los honores reales y un banquete en Windsor, se diseñó para reducir polémicas evitando el discurso frente al Parlamento y grandes eventos públicos. Será el primer presidente estadounidense en cumplir dos visitas de Estado al Reino Unido, consolidando una relación que, pese a tensiones y cancelaciones simbólicas, sigue siendo significativa en el contexto diplomático.