
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha decidido retirar la protección de seguridad financiada por el gobierno al Dr. Anthony Fauci, exdirector del Instituto Nacional de Alergias y Enfermedades Infecciosas y asesor médico jefe durante la pandemia de COVID-19.
Trump justificó esta medida argumentando que las asignaciones de seguridad gubernamentales no están destinadas a ser permanentes y sugirió que Fauci, al igual que otros exfuncionarios como John Bolton y Mike Pompeo, podría contratar seguridad privada si lo considera necesario.
Esta decisión se produce en un contexto de tensiones entre Trump y Fauci, quienes tuvieron diferencias notables en la gestión de la pandemia. Fauci, quien ha enfrentado amenazas de muerte debido a su papel en la respuesta al COVID-19, había recibido protección de seguridad financiada por el gobierno desde 2020.
La administración de Trump ha retirado recientemente la protección a otros exfuncionarios, incluyendo a Bolton y Pompeo, quienes también habían sido objeto de amenazas.
La eliminación de la protección de seguridad para Fauci ha generado preocupación entre sus defensores y colegas, quienes temen por su seguridad personal. Algunos críticos han señalado que esta acción podría exponer a Fauci a riesgos innecesarios, dado el historial de amenazas que ha recibido.
Por su parte, Trump ha minimizado estas preocupaciones, sugiriendo que Fauci y otros exfuncionarios pueden permitirse contratar seguridad privada si lo consideran necesario.
Esta medida se enmarca en una serie de acciones de la administración Trump que han afectado a exfuncionarios y asesores de la administración anterior, reflejando las continuas tensiones políticas y personales entre los miembros de ambas administraciones.
La decisión de retirar la protección de seguridad a Fauci subraya las profundas divisiones y la polarización que persisten en la política estadounidense actual.