
THE LATIN VOX (18 de septiembre de 2025).- Por Daniela Medina.
El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, vivió un día de fastuoso protocolo real en Windsor Castle, donde fue recibido por el rey Carlos III en el marco de su segunda visita de Estado al Reino Unido. Con un desfile de carruajes, guardias uniformados, música militar, cenas de gala y homenajes solemnes, el evento reunió tradición, política y simbolismo, en una jornada pensada para fortalecer la relación bilateral, pero también para destacar tensiones y críticas públicas.
Detalles del ceremonial y la acogida
Llegada, recibimiento y desfiles
- Trump y su esposa Melania Trump fueron recibidos por el príncipe Guillermo y la princesa Catalina a su llegada a Windsor Castle. Luego fueron presentados al rey Carlos III y la reina Camila.
- Se desplegó una guardia de honor compuesta por aproximadamente 1.300 soldados y 120 caballos, en lo que ha sido descrito como uno de los homenajes militares más espectaculares en múltiples generaciones.
- Parte de la recepción incluyó un desfile en carruajes reales, música militar, y una procesión por los jardines y patios del castillo hasta llegar a los espacios interiores para actividades oficiales.
Banquete de Estado y gestos simbólicos
- Por la noche, Trump participó en un banquete de Estado en el St. George’s Hall, en Windsor Castle, acompañado por la realeza británica, dignatarios de EE.UU., empresarios, figuras diplomáticas y culturales.
- Durante la cena, hubo discursos en los que Trump expresó que este honor era uno de los más grandes de su vida, y en los que reafirmó la relación “especial” entre EE.UU. y el Reino Unido.
- También hubo intercambio de regalos: los reyes ofrecieron al presidente y a la primera dama objetos simbólicos (como el estandarte que ondeó en Buckingham Palace el día de su investidura, volúmenes, piezas artísticas), mientras que Trump entregó símbolos históricos (una réplica de espada presidencial de Eisenhower, por ejemplo).
Momentos menos ceremoniales pero significativos
- Una visita a la Capilla de San Jorge, ubicada dentro de los terrenos de Windsor Castle, donde Trump colocó una corona en el “Tomb of the Late Queen Elizabeth II”.
- Exhibición especial de la Colección Real: objetos históricos que documentan lazos antiguos entre EE.UU. y Reino Unido, incluyendo correspondencia, artefactos transatlánticos, y objetos conmemorativos.
Contexto diplomático: propósito, política y simbolismo
- La visita tiene lugar en un momento de política internacional compleja: tensiones sobre comercio, seguridad, Medio Oriente, relaciones con Rusia, y diferencias sobre política exterior. En ese sentido, la ceremonia y los gestos reales tienen una importancia simbólica para reafirmar alianzas tradicionales.
- Es la segunda visita de Estado de Trump al Reino Unido, algo sin precedentes en tiempos recientes para presidentes de EE.UU. con monarcas reinantes, lo que subraya la importancia que el Reino Unido da al simbolismo diplomático y al fortalecimiento del “special relationship”.
Protestas, críticas y voces disidentes
- A pesar del esplendor, no faltaron manifestaciones. En Londres, grupos opositores organizaron protestas críticas con la visita de Trump, denunciando políticas pasadas, cuestionamientos éticos, relaciones internacionales del presidente, y lo que consideran impunidad o falta de responsabilidad.
- Algunos manifestantes proyectaron imágenes controvertidas en Windsor Castle, y se registraron arrestos menores.
- Críticos también señalan el costo, la logística y la disonancia entre el carácter protocolario del evento y las políticas de Trump que algunos consideran polarizantes, tanto en EE.UU. como internacionalmente.
Implicaciones políticas, económicas y diplomáticas
- Se espera que tras la ceremonia se concreten acuerdos o anuncios importantes en comercio, tecnología, inversiones, defensa, y cooperación internacional. Donald Trump y Keir Starmer tienen previsto reunirse para hablar de estos temas.
- Para el Reino Unido, esta visita es una oportunidad de mostrar estabilidad institucional, hospitalidad diplomática, y de atraer inversiones estadounidenses. Más aún en el contexto del Brexit, tensiones con Unión Europea, y competencia global tecnológica.
- En EE.UU., la visita alimenta la narrativa de Trump sobre prestigio internacional, reconocimiento simbólico, y refuerzo de alianzas tradicionales, lo que puede tener impacto también doméstico, en términos de imagen política.
Críticas al cerimonialismo: ¿es más espectáculo que sustancia?
- Algunos analistas señalan que hay riesgo de que la pompa y el protocolo opaquen los temas de fondo: derechos humanos, conflictos internacionales, políticas migratorias, seguridad en la frontera, responsabilidad internacional.
- También se discute si todo el gasto y la logística empleados para la recepción y banquete están justificados cuando hay percepciones públicas de desigualdad, presupuesto limitado y prioridades nacionales urgentes en educación, salud, infraestructura, etc.
- Otro debate es sobre la transparencia: cuánto del protocolo era visible para la prensa, cuánto ocurrió fuera del alcance de los medios, y qué entendimiento tiene el público sobre los costos reales detrás de tales ceremonias estatales.
Lo que se espera en los próximos días
- Continuación de encuentros bilaterales entre Trump y Starmer: sesiones de trabajo, acuerdos técnicos, anuncios económicos.
- Posibles compromisos en tecnología, inteligencia artificial, defensa, cadena de suministro, energías limpias, cooperación climática.
- Reacción pública y mediática continua: tanto elogios por la majestuosidad del evento como críticas sobre su relevancia, sacudida ética o política, comparaciones con visitas anteriores, expectativas incumplidas.
El día en Windsor Castle fue más que una celebración real: fue una puesta en escena diplomática cuidadosamente diseñada, un acto de poder simbólico y de reafirmación de alianzas históricas. Donald Trump disfrutó de la pompa, los gestos ceremoniales y el reconocimiento formal de sus pares, mientras Reino Unido exhibía su legado monárquico, su cultura institucional, y su músculo protocolario.
Sin embargo, mientras las antorchas arden, los uniformes marchan y los invitados se sientan en mesas de gala, no todo es imagen. La política internacional fluye también en lo que no se ve: en acuerdos firmados, en compromisos no escritos, en tensiones que se esconden tras el brillo. Para muchos observadores, el verdadero valor de esta visita no se medirá en los carruajes, los himnos o las recepciones reales, sino en cuánto aporte efectivo logre a las relaciones bilaterales, al comercio, a la seguridad y al bienestar común.
Fuente: www.ctvnews.ca
Foto: Google fotos