
THE LATIN VOX (12 de marzo del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz
En un sorprendente cambio de rumbo en la política exterior de Estados Unidos, la relación con Ucrania parece haber dado un giro vertiginoso, dejando a todos los ojos puestos en el Kremlin.
Tras meses de incertidumbre y tensión, el flujo de inteligencia y ayuda militar de EE.UU. a Ucrania se reanudará, y se ha solicitado a Rusia un compromiso clave: aceptar un alto el fuego de 30 días, un acuerdo que Kiev ya ha manifestado su disposición a firmar.
Este giro en la política estadounidense se presenta como un contraste radical con la controversia en la Casa Blanca entre Volodymyr Zelenskyy y Donald Trump, y el aparente abandono de la estrategia de presionar a Ucrania para que acepte un acuerdo de paz.
Ahora, por primera vez, es Rusia quien se ve obligada a hacer un compromiso significativo, aunque todavía se desconoce cuál será el siguiente paso si acepta el alto el fuego. En una conferencia celebrada en Yeda, Arabia Saudita, el secretario de Estado de EE.UU., Marco Rubio, expresó su esperanza de que Rusia acepte un acuerdo de paz «para que podamos pasar a la segunda fase de este proceso, que son las verdaderas negociaciones».
Sin embargo, este escenario está lleno de incertidumbre y de interpretaciones diversas. Rusia ha sido una de las principales promotoras de un alto el fuego, aunque su demanda inicial de que este se siga con elecciones en Ucrania, antes de cualquier discusión sobre territorio o la futura seguridad de Kiev, aún está sobre la mesa.
Ucrania, por su parte, exigirá garantías de seguridad robustas para evitar una reanudación de la guerra, incluyendo la presencia de fuerzas de paz europeas en el terreno, una propuesta que Rusia ha rechazado hasta el momento. Un punto aún sin resolver es si los cascos azules podrían ingresar a Ucrania durante el período de alto el fuego, pero esto sigue siendo una especulación.
La dinámica del campo de batalla
Hasta las conversaciones entre las delegaciones de EE.UU. y Ucrania, celebradas el martes, las dinámicas en el campo de batalla no parecían favorecer un alto el fuego. La reciente decisión de Ucrania de lanzar un ataque con drones a territorio ruso fue una clara demostración de que su capacidad militar aún no se ha visto significativamente afectada por la pausa en el suministro de inteligencia militar estadounidense.
Este ataque, además, constituyó un esfuerzo agresivo para presionar a Moscú a aceptar un acuerdo de paz.
El Ministerio de Defensa de Rusia informó que Ucrania lanzó 337 drones, 91 de ellos dirigidos a Moscú y sus alrededores. Aunque las defensas aéreas rusas lograron interceptar algunos de estos ataques, el saldo fue de al menos tres muertes y la interrupción de las operaciones en los aeropuertos de la capital rusa.
Sin embargo, los daños materiales en las edificaciones fueron relativamente limitados. Este ataque, aunque dirigido a objetivos civiles, no fue muy diferente de las constantes bombardeos rusos sobre ciudades ucranianas durante los últimos tres años.
El juego diplomático y el futuro de la guerra
La situación en el frente ha favorecido a Rusia en los últimos meses, aunque de manera gradual y no decisiva. El reciente intento de recapturar el área de Kursk, con la ayuda de tropas norcoreanas, obligó a las fuerzas ucranianas a retroceder entre 6,5 y 13 kilómetros.
Sin embargo, el éxito de esta ofensiva parece ser el resultado de un ataque coordinado, más que el inicio de una victoria definitiva debido a la falta temporal de datos de inteligencia.
Lo cierto es que, por primera vez en meses, la diplomacia parece estar del lado de Ucrania. Se ha desbloqueado un potencial de ayuda militar de alrededor de mil millones de dólares, y las capacidades de armas clave, como los F-16, están siendo restauradas. Al mismo tiempo, las expectativas inmediatas de Rusia de desgastar a Ucrania en el frente de batalla se ven significativamente retrasadas.
Este giro en las relaciones entre EE.UU. y Ucrania no solo podría cambiar la situación sobre el terreno, sino que también marca un punto crucial en la estrategia global hacia Rusia. No obstante, con la imprevisibilidad de figuras como Donald Trump, queda la incógnita de cuánto durará este momento de impulso diplomático.
El futuro incierto
Con la pelota ahora en el campo de Rusia, el mundo está observando atentamente. Si el Kremlin acepta el alto el fuego, las negociaciones podrían finalmente dar un paso hacia adelante, pero el resultado final sigue siendo incierto.
Mientras tanto, la guerra en Ucrania sigue su curso, con un panorama de paz aún lejano, pero con la esperanza de que los esfuerzos diplomáticos puedan, eventualmente, poner fin a un conflicto que ha alterado profundamente el equilibrio geopolítico global.
Crédito fotográfico: CNN