Un informe científico insta a debatir sobre la modificación genética para controlar las plagas de insectos

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Un grupo de expertos internacionales ha publicado un informe en el que analiza los beneficios y los riesgos de usar la modificación genética para controlar las poblaciones de insectos que transmiten enfermedades o dañan los cultivos. El informe, titulado “Gene Drives: A report on their science, applications, social aspects, ethics and regulations”, fue encargado por la Comisión Europea y elaborado por el Centro Común de Investigación (JRC, por sus siglas en inglés).

Los autores del informe explican que la modificación genética consiste en introducir cambios en el ADN de los organismos para alterar sus características o su comportamiento. Una de las técnicas más novedosas y prometedoras es la de los “gene drives”, que permiten propagar un rasgo genético a través de toda una población de forma rápida y eficiente. Por ejemplo, se podría usar un “gene drive” para hacer que todos los mosquitos de una especie sean estériles, lo que reduciría su número y evitaría la transmisión de enfermedades como la malaria o el dengue.

El informe reconoce que la modificación genética podría tener aplicaciones beneficiosas para la salud pública, la agricultura, la conservación de la biodiversidad y la investigación científica. Sin embargo, también advierte de que existen incertidumbres y desafíos técnicos, éticos, sociales y regulatorios que deben ser abordados antes de su uso. Por ejemplo, se desconocen los efectos ecológicos y evolutivos a largo plazo de alterar las poblaciones de insectos, así como las posibles consecuencias no deseadas o imprevistas de su liberación al medio ambiente. Además, se plantean cuestiones éticas sobre quién debe decidir y cómo sobre el uso de esta tecnología, y qué medidas de seguridad y de gobernanza se deben adoptar para garantizar su uso responsable y sostenible.

El informe recomienda que se fomente el debate público y la participación de todas las partes interesadas, incluyendo a los científicos, los reguladores, los políticos, los agricultores, los consumidores y la sociedad civil, para evaluar los beneficios y los riesgos de la modificación genética, y para establecer un marco normativo adecuado que respete los principios de precaución, proporcionalidad y transparencia. Asimismo, sugiere que se promueva la cooperación internacional y el intercambio de información y de buenas prácticas entre los países que desarrollan o utilizan esta tecnología.


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