En varias ciudades de Canadá, las personas sin hogar han encontrado refugio en campamentos improvisados, donde viven en tiendas de campaña, casas rodantes o estructuras de madera. Estos campamentos, que a menudo se ubican en parques públicos, terrenos baldíos o debajo de puentes, son el resultado de la falta de vivienda asequible, la crisis de los opioides y la pandemia de COVID-19.
Los campamentos para personas sin hogar no son un fenómeno nuevo en Canadá, pero se han multiplicado y visibilizado en los últimos años. Según un informe de la Alianza Canadiense para Poner Fin a la Falta de Vivienda (CAEH, por sus siglas en inglés), el número de personas sin hogar en Canadá se ha incrementado en un 50% desde 2016, alcanzando las 235.000 personas en 2020. El informe señala que la falta de vivienda es una violación de los derechos humanos y una emergencia nacional.
Los campamentos para personas sin hogar ofrecen a sus habitantes una sensación de comunidad, seguridad y autonomía. Sin embargo, también implican riesgos para la salud, la seguridad y el medio ambiente. Los residentes de los campamentos están expuestos a condiciones insalubres, incendios, violencia, robos y sobredosis. Además, los campamentos generan basura, aguas residuales y contaminación.
Las autoridades municipales han adoptado diferentes estrategias para abordar el problema de los campamentos para personas sin hogar. Algunas ciudades han optado por desalojar y desmantelar los campamentos, alegando que son ilegales e inseguros. Otras ciudades han intentado regular y supervisar los campamentos, proporcionando servicios básicos como agua potable, baños y recolección de basura. Sin embargo, ninguna de estas soluciones es definitiva ni satisfactoria para todos los actores involucrados.
Los defensores de las personas sin hogar sostienen que los campamentos son una respuesta a la falta de opciones de vivienda adecuadas y accesibles. Por ello, piden al gobierno federal que invierta más recursos en la Estrategia Nacional de Vivienda, que se lanzó en 2017 con el objetivo de reducir la falta de vivienda crónica en un 50% para 2028. Asimismo, reclaman que se respeten los derechos humanos y la dignidad de las personas sin hogar y que se les consulte antes de tomar cualquier medida que les afecte.
Los campamentos para personas sin hogar son una realidad compleja y desafiante que requiere una respuesta integral y coordinada entre los distintos niveles de gobierno, las organizaciones comunitarias y las propias personas sin hogar. Solo así se podrá garantizar el acceso a una vivienda digna y segura para todos los canadienses.