THE LATIN VOX (25 de noviembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
En una jornada que marcó un hito en la política uruguaya, Yamandú Orsi, candidato del Frente Amplio, logró una victoria decisiva en las elecciones presidenciales del país, según los resultados oficiales publicados el domingo. Con un 97% de los votos contabilizados, Orsi obtuvo el 49.77% de los votos frente al 45.94% de su rival conservador Álvaro Delgado, consolidando su posición como el nuevo presidente de Uruguay.
Orsi, un exprofesor de historia y trabajador de clase media, había sido el favorito en las encuestas previas a la segunda vuelta y se mostró optimista ante el resultado. «El horizonte se está aclarando», expresó con entusiasmo frente a miles de seguidores que se reunieron en la rambla de Montevideo para celebrar el triunfo. «Triunfa el país de la libertad, la igualdad y también la fraternidad», afirmó el futuro presidente, quien además de haber sido alcalde en dos ocasiones, promete avanzar en una «izquierda moderna» para abordar los desafíos de la nación.
La elección de Orsi pone fin a la administración del Partido Nacional, encabezada por el presidente Luis Lacalle Pou, quien rápidamente reconoció la derrota y felicitó a Orsi, al igual que su contrincante en la contienda, Álvaro Delgado. Ambos expresaron su voluntad de colaborar en el proceso de transición y trabajar por el bienestar del país. «Con tristeza, pero sin culpa, felicitamos al ganador», declaró Delgado en su sede de campaña, mientras Lacalle Pou reiteraba su compromiso con una transición ordenada.
A diferencia de las profundas divisiones políticas que caracterizan las elecciones en otras partes de América Latina, como Argentina, Brasil y México, la arena política uruguaya se caracteriza por un tono moderado y una relativa falta de tensiones entre las coaliciones conservadora y liberal. Tanto Orsi como Delgado expresaron la necesidad de unir fuerzas para avanzar en la construcción de un futuro próspero para Uruguay, que, aunque enfrenta desafíos económicos y sociales, goza de una estabilidad envidiable en la región.
Entre las principales preocupaciones de los uruguayos se encuentran el alto costo de vida, la desigualdad y la violencia. Sin embargo, la inflación había mostrado señales de moderación en los meses previos a las elecciones, y tanto el empleo como los salarios reales habían mostrado un aumento. Orsi, quien había obtenido el 43.9% en la primera vuelta, aseguró que su gobierno no dará un giro drástico en las políticas económicas y sociales, y buscará mantener la estabilidad del país mientras enfrenta los retos que aún persisten.
Por su parte, el candidato conservador, Álvaro Delgado, había buscado capitalizar el legado de la administración de Lacalle Pou, destacando la construcción de infraestructuras como un hospital en Montevideo y apelando al deseo de los uruguayos de «reelegir un buen gobierno». Sin embargo, la coalición gobernante, aunque destacó ciertos logros económicos, no logró evitar el desgaste generado por escándalos de corrupción y su gestión de la seguridad pública.
En cuanto a la composición política del Congreso, aunque ninguna de las coaliciones tiene una mayoría absoluta en la Cámara de Diputados tras las elecciones de octubre, el Frente Amplio, de Orsi, obtuvo 16 de los 30 escaños en el Senado, lo que le da una ventaja significativa para llevar a cabo su agenda legislativa en los próximos años.
Con esta victoria, Uruguay se une a una tendencia global en la que los partidos incumbentes han perdido apoyo electoral en comparación con las elecciones anteriores, marcando un cambio en la política mundial que se ha materializado en un año histórico de comicios con profundas implicaciones en todo el mundo. Para Orsi, esta victoria representa un llamado a la unidad y a la acción colectiva: «Sigamos por ese camino», concluyó ante sus seguidores, haciendo un llamado a construir un futuro de justicia social, equidad y desarrollo para todos los uruguayos.
Crédito fotográfico: Matilde Campodonico/AP