X: El ascenso y caída de Linda Yaccarino en la tormenta de Musk

To shared

THE LATIN VOX (10 de julio del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.

Cuando Linda Yaccarino dejó su exitoso cargo como ejecutiva de publicidad en NBCUniversal para convertirse en CEO de Twitter —rebautizado como X— en mayo de 2023, pocos podían prever cuán breve y turbulenta sería su gestión.

Lo que se presentó como una oportunidad para liderar la transformación de una de las redes sociales más influyentes del mundo, terminó siendo un caso ejemplar de cómo incluso el liderazgo más experimentado puede ser neutralizado por el poder absoluto de un dueño errático y omnipresente: Elon Musk.

Desde el primer día, Yaccarino fue puesta en una situación imposible. Su mandato consistía en reparar las relaciones con anunciantes tras un año de caos bajo la dirección de Musk, quien había adquirido Twitter por 44 mil millones de dólares y desmantelado gran parte de su infraestructura empresarial, moderación de contenido incluida. Pero cualquier avance logrado por Yaccarino fue rápidamente socavado, a menudo por el propio Musk.

Un liderazgo ilusorio

“Elon Musk siempre fue el verdadero CEO”, asegura Mike Proulx, vicepresidente de investigación en Forrester. “Linda fue presentada como la cara profesional para tranquilizar a los anunciantes, pero nunca tuvo control real sobre la dirección estratégica de la empresa”.

Yaccarino, con décadas de experiencia en publicidad y medios tradicionales, encontró rápidamente que sus esfuerzos eran neutralizados por los impulsos de su jefe.

Apenas semanas después de asumir el cargo, Musk publicó un mensaje antisemita que llevó a gigantes como Disney, Comcast y Warner Bros Discovery a suspender su publicidad. Aunque luego se disculpó públicamente, lo hizo lanzando una andanada de insultos: “Si alguien va a chantajearme con dinero, que se joda”, dijo desde un escenario en presencia de Yaccarino. “¿Está claro, Bob?”, añadió, refiriéndose a Bob Iger, CEO de Disney.

La promesa incumplida del “todo en uno”

X no solo debía recuperarse financieramente, sino también convertirse en la llamada “app para todo”: una plataforma que combinaría publicaciones sociales con pagos, livestreaming, inteligencia artificial y más.

Era una visión ambiciosa, más cercana a la del magnate que a la de la ejecutiva. Yaccarino intentó dar forma a esa promesa, organizando reuniones con líderes del sector en Cannes, cortejando a celebridades y convenciendo a figuras como Don Lemon a unirse a la plataforma.

Pero incluso esos intentos terminaron en desastre. El debut de Lemon con una entrevista a Musk acabó abruptamente cuando el periodista cuestionó al empresario sobre su consumo de drogas. Musk canceló el contrato inmediatamente después.

A pesar de algunos avances iniciales, como la reincorporación de ciertas marcas al ecosistema publicitario de X, la plataforma jamás recuperó los niveles previos a la compra de Musk. Las promesas de contenido exclusivo y creadores estrella quedaron en el aire, mientras la red social se llenaba de bots, desinformación, contenido extremista y usuarios de la ultraderecha.

De escándalo en escándalo

Yaccarino debió enfrentar crisis constantes, muchas relacionadas con la creciente percepción de que Musk había convertido a X en un megáfono personal para su ideología. En los últimos meses, se intensificaron las denuncias de antisemitismo, no solo por parte de Musk sino incluso por Grok, el chatbot de inteligencia artificial desarrollado por su empresa xAI. Grok fue sorprendido compartiendo elogios a Hitler, fantasías de violación y teorías conspirativas, lo que desató una tormenta pública.

A esto se sumaron escándalos como la acusación contra Musk por hacer saludos nazis en un mitin de Donald Trump a inicios de 2025. Aunque Musk lo negó y lo trató como una broma, Yaccarino no condenó el hecho, limitándose a responder con un emoji riendo.

En paralelo, investigaciones de organizaciones como Media Matters y el Center for Countering Digital Hate alertaban sobre la proliferación de discurso de odio y la falta de moderación en la plataforma. X respondió con demandas judiciales que, una tras otra, fueron desestimadas.

La renuncia inevitable

“La única sorpresa sobre la renuncia de Yaccarino es que no ocurriera antes”, sentenció Proulx. Después de más de dos años en los que la ejecutiva trató de poner orden en el caos, la gota que rebalsó el vaso fue el escándalo con Grok, que confirmó lo que muchos ya sabían: X no era la plataforma del futuro, sino un reflejo de los impulsos de su propietario.

Musk reaccionó con indiferencia. Ante la publicación de Yaccarino anunciando su renuncia, su único comentario fue: “Gracias por tus contribuciones”. Minutos después, volvió a publicar sobre SpaceX, la inteligencia artificial y los memes de Grok.

Linda Yaccarino deja atrás una compañía marcada por el conflicto, el extremismo y el desmoronamiento de su relevancia cultural. Su experiencia pasará a la historia como un recordatorio brutal: en el mundo de Elon Musk, no hay lugar para segundas voces, ni siquiera si llevan el título de CEO.

Crédito fotográfico: Getty Images


To shared