El aumento de los rendimientos de los bonos en Canadá y Estados Unidos está afectando a los mercados financieros y a las economías de ambos países. Los rendimientos de los bonos son el interés que pagan los gobiernos por pedir prestado dinero a los inversores. Cuando los rendimientos suben, significa que los inversores exigen una mayor rentabilidad por prestar su dinero, lo que puede encarecer el crédito para los gobiernos, las empresas y los consumidores.
Los rendimientos de los bonos han subido en los últimos meses por varias razones. Una de ellas es la expectativa de una mayor inflación, debido al aumento de los precios de las materias primas, la escasez de suministros y la recuperación económica tras la pandemia. Otra razón es la política monetaria de los bancos centrales, que han mantenido las tasas de interés bajas y han comprado grandes cantidades de bonos para apoyar la economía. Algunos inversores temen que los bancos centrales tengan que reducir sus estímulos o subir las tasas de interés antes de lo previsto para contener la inflación.
El aumento de los rendimientos de los bonos tiene implicaciones tanto positivas como negativas. Por un lado, refleja una mayor confianza en la recuperación económica y el progreso de la vacunación contra el COVID-19. Por otro lado, puede presionar al alza los costes de endeudamiento y afectar a los sectores más sensibles a las tasas de interés, como el inmobiliario, el automovilístico o el tecnológico. Además, puede provocar una mayor volatilidad en los mercados financieros y una apreciación del dólar canadiense y estadounidense frente a otras monedas.
Los expertos recomiendan a los inversores y a los consumidores que se preparen para un entorno de mayores rendimientos de los bonos, pero que no se alarmen. Según ellos, el aumento de los rendimientos es moderado y refleja una mejora de las perspectivas económicas. Además, consideran que los bancos centrales seguirán siendo cautelosos y comunicarán con claridad sus planes futuros. Por último, señalan que hay otros factores que pueden contener el aumento de los rendimientos, como la demanda de bonos por parte de los fondos de pensiones, las aseguradoras o los bancos.