El pasado lunes, un terremoto de magnitud 5,9 sacudió el norte de Afganistán, causando al menos 22 muertos y más de 200 heridos, según las autoridades locales. El sismo se produjo a una profundidad de 10 kilómetros y afectó a las provincias de Samangan, Baghlan, Balkh y Kunduz. Muchas casas quedaron destruidas y los equipos de rescate tuvieron dificultades para llegar a las zonas más remotas.
Sin embargo, este desastre natural no ha recibido mucha atención mediática ni solidaridad internacional, ya que coincidió con el ataque aéreo de Israel contra Irán en Siria, que provocó la muerte de al menos siete personas. El bombardeo israelí fue una respuesta al lanzamiento de un misil desde Siria hacia los Altos del Golán, que Israel considera su territorio. El primer ministro israelí, Naftali Bennett, dijo que su país no toleraría ninguna amenaza a su seguridad y que seguiría actuando contra Irán y sus aliados en la región.
Estos dos acontecimientos muestran el contraste entre la situación de Afganistán y la de Oriente Medio, donde los conflictos políticos y militares siguen dominando la agenda internacional. Mientras que Afganistán se enfrenta a una grave crisis humanitaria tras la toma del poder por los talibanes, que ha provocado el éxodo de miles de personas y la escasez de alimentos y medicinas, Israel e Irán mantienen una escalada de tensión que podría desencadenar una guerra abierta. Ambos países se acusan mutuamente de desarrollar armas nucleares y de apoyar a grupos terroristas en la zona.
Ante este panorama, algunos expertos han pedido que se preste más atención y ayuda a Afganistán, que necesita urgentemente asistencia humanitaria para evitar una catástrofe mayor. También han instado a la comunidad internacional a presionar a los talibanes para que respeten los derechos humanos y permitan el acceso de las organizaciones humanitarias al país. Por otro lado, han abogado por una solución diplomática al conflicto entre Israel e Irán, que evite una mayor violencia y desestabilización en Oriente Medio.