Canadá es un país que se enfrenta a una creciente amenaza de desastres climáticos, como incendios forestales, inundaciones, sequías y tormentas. Estos fenómenos naturales causan graves daños materiales, ambientales y humanos, y ponen en riesgo la seguridad y el bienestar de la población. Sin embargo, el gobierno canadiense no está preparado para prevenir, mitigar y responder a estos desafíos, y los trata como si fueran crisis humanitarias inesperadas, que requieren de una intervención de emergencia y de una ayuda externa.
Esta forma de actuar es ineficaz e insostenible, y demuestra una falta de responsabilidad y de visión a largo plazo. Así lo afirman Laurie Pearce y Robin Cox, dos expertas en gestión de desastres y cambio climático de la Universidad Real de Carreteras. Según ellas, Canadá debe cambiar su enfoque y adoptar una estrategia integral y proactiva, que se base en la reducción del riesgo de desastres y la adaptación al cambio climático.
La reducción del riesgo de desastres consiste en identificar y analizar los peligros, las vulnerabilidades y las capacidades de las comunidades, y en implementar medidas para evitar o minimizar los impactos negativos de los desastres. Estas medidas pueden incluir la planificación urbana, la gestión de recursos naturales, la educación y la sensibilización, la legislación y la regulación, la inversión y la innovación, entre otras.
La adaptación al cambio climático consiste en ajustar las condiciones naturales o humanas a los efectos actuales o esperados del cambio climático, y en aprovechar las oportunidades que este puede ofrecer. Estas acciones pueden implicar la modificación de los patrones de consumo, producción y movilidad, la diversificación de las actividades económicas, la protección y restauración de los ecosistemas, la cooperación y el aprendizaje, entre otras.
Estas dos estrategias están estrechamente relacionadas y se complementan entre sí, ya que ambas buscan aumentar la resiliencia de las comunidades frente a los desastres climáticos, es decir, su capacidad de resistir, recuperarse y transformarse ante las adversidades. Además, ambas contribuyen a la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, que son un conjunto de metas globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y garantizar la paz y la prosperidad para todos.
Para implementar estas estrategias, Canadá necesita contar con un marco legal, político e institucional que las respalde y las coordine, así como con una participación activa y comprometida de todos los actores sociales, como el gobierno, el sector privado, la sociedad civil, la academia y los medios de comunicación. Asimismo, Canadá necesita fortalecer su cooperación internacional y su solidaridad con otros países que también sufren los efectos del cambio climático, especialmente los más pobres y vulnerables.
Canadá tiene la oportunidad y la responsabilidad de liderar el cambio hacia un modelo de desarrollo más sostenible y resiliente, que proteja a las personas y al planeta de los desastres climáticos. Para ello, debe dejar de tratar estos fenómenos como crisis humanitarias inesperadas, y empezar a abordarlos como desafíos estructurales y estratégicos, que requieren de una visión y una acción a largo plazo.