Millones de indios celebraron el pasado fin de semana el Diwali, el festival de las luces más importante del país, con una espectacular exhibición de fuegos artificiales que batió un nuevo récord mundial. Sin embargo, la fiesta también generó una gran polución atmosférica que puso en riesgo la salud de los habitantes de las principales ciudades.
El Diwali es una celebración religiosa que dura cinco días y que conmemora el triunfo de la luz sobre la oscuridad, del bien sobre el mal y del saber sobre la ignorancia. Durante el festival, la gente estrena ropa nueva, comparte dulces, enciende lámparas de aceite y hace explotar petardos y cohetes. La divinidad que preside esta festividad es Lakshmí, la diosa de la prosperidad y la riqueza.
El Diwali es celebrado por más de mil millones de personas de diversos credos en toda la India y en su diáspora. Es la entrada del año nuevo hindú y una de las noches más significativas y alegres del año. Cada religión tiene su propia historia sobre el origen del festival, pero todas representan la victoria del bien sobre el mal.
Este año, el Diwali tuvo lugar entre el 24 y el 28 de octubre, siendo el día principal el 26 de octubre. Ese día, millones de indios participaron en un evento organizado por la Fundación Sri Sri Ravi Shankar, una organización espiritual y humanitaria, que consistió en lanzar al cielo 1.000.000 de linternas voladoras biodegradables. El evento, que se realizó en la ciudad de Ayodhya, en el estado de Uttar Pradesh, logró establecer un nuevo récord mundial Guinness, superando el anterior de 100.000 linternas lanzadas en Filipinas en 2019.
El objetivo del evento era promover la paz, la armonía y la unidad entre las diferentes comunidades y religiones de la India, así como celebrar el regreso del dios Rama a su reino tras 14 años de exilio, según la leyenda hindú. El evento contó con la presencia del primer ministro indio, Narendra Modi, quien encendió la primera linterna y pronunció un discurso en el que destacó el valor simbólico del Diwali y elogió el papel de Ayodhya como cuna del hinduismo.
Sin embargo, no todo fue luz y color en el Diwali. La quema masiva de fuegos artificiales provocó un aumento alarmante de la contaminación del aire en las principales ciudades del país, especialmente en Nueva Delhi, la capital. Según los datos del Consejo Central de Control de la Contaminación, el índice de calidad del aire (AQI) de Nueva Delhi alcanzó el nivel de 999 el domingo por la noche, el máximo que puede medir el instrumento. Un nivel superior a 300 se considera peligroso para la salud humana.
La contaminación del aire es un problema crónico en la India, que se agrava durante el Diwali y la temporada de invierno, cuando la quema de residuos agrícolas, el tráfico vehicular, las condiciones meteorológicas y la falta de viento contribuyen a crear una espesa capa de smog que cubre el cielo. La exposición prolongada a estas partículas nocivas puede causar enfermedades respiratorias, cardiovasculares y cerebrovasculares, así como aumentar el riesgo de infección por COVID-19.
Para tratar de mitigar este problema, el gobierno indio ha impuesto algunas restricciones al uso de fuegos artificiales durante el Diwali, como limitar el horario de venta y quema, prohibir los más ruidosos y contaminantes, y promover los ecológicos y de bajo ruido. Sin embargo, estas medidas no han sido suficientes ni respetadas por todos, y muchos ciudadanos han preferido seguir la tradición y disfrutar del espectáculo pirotécnico, a pesar de las consecuencias para el medio ambiente y la salud.