La reciente escalada de violencia entre Israel y Hamas ha causado estragos en el sistema de salud de Gaza, que ya estaba debilitado por años de bloqueo, pobreza y pandemia. Los hospitales de Gaza se enfrentan a una grave escasez de medicamentos, equipos, personal y combustible para los generadores, lo que pone en riesgo la vida de miles de pacientes, especialmente los que sufren heridas de guerra, enfermedades crónicas o COVID-19.
Según el Ministerio de Salud de Gaza, más de 200 personas han muerto y más de 1.400 han resultado heridas desde que comenzaron los ataques aéreos israelíes el 10 de mayo. Muchos de los heridos son niños, mujeres y ancianos, que necesitan atención médica urgente y especializada. Sin embargo, los hospitales de Gaza tienen una capacidad limitada para tratar a los pacientes, ya que solo cuentan con unas 2.000 camas, 70 unidades de cuidados intensivos y 63 respiradores. Además, el suministro de electricidad es irregular y depende de los generadores, que requieren combustible para funcionar.
El bloqueo impuesto por Israel y Egipto desde 2007 ha dificultado el acceso de Gaza a los suministros médicos esenciales, así como a la formación y actualización del personal sanitario. La situación se ha agravado con la pandemia de COVID-19, que ha provocado más de 100.000 casos y 900 muertes en el enclave costero. El programa de vacunación contra el coronavirus se ha visto interrumpido por los bombardeos, que han dañado varias clínicas y centros de salud.
Ante este panorama, las organizaciones humanitarias han hecho un llamamiento urgente a la comunidad internacional para que intervenga y ponga fin a la violencia, así como para que facilite el envío de ayuda humanitaria y médica a Gaza. Sin embargo, el acceso a la franja sigue siendo muy restringido y peligroso, lo que dificulta la labor de los trabajadores humanitarios y sanitarios. Mientras tanto, los hospitales de Gaza siguen luchando por salvar vidas en medio de la guerra.