La inseguridad alimentaria es un problema grave que afecta a millones de personas en Canadá, especialmente en Toronto y Ontario. Según un informe reciente, el 18,5% de los hogares de Toronto y el 12,4% de los de Ontario experimentaron algún grado de inseguridad alimentaria en 2020, lo que significa que no pudieron acceder a una cantidad y calidad suficiente de alimentos por razones económicas.
El informe, elaborado por la organización PROOF, revela que la pandemia de COVID-19 ha agravado la situación de muchas familias que ya vivían al borde de la pobreza. El aumento del desempleo, la reducción de los ingresos y el encarecimiento de los alimentos han sido algunos de los factores que han contribuido a la crisis alimentaria.
La inseguridad alimentaria tiene consecuencias negativas para la salud física y mental de las personas que la sufren. Según el informe, las personas que viven en hogares con inseguridad alimentaria tienen más probabilidades de padecer enfermedades crónicas, depresión, ansiedad y estrés. Además, la falta de acceso a alimentos nutritivos puede afectar al rendimiento escolar y laboral de los niños y los adultos.
Para hacer frente a este problema, el informe recomienda implementar medidas que garanticen un ingreso básico adecuado para todas las personas, así como políticas que reduzcan la desigualdad y la exclusión social. Asimismo, el informe destaca la importancia de apoyar a las organizaciones comunitarias que proveen alimentos a las personas más vulnerables, como los bancos de alimentos, las cocinas populares y los huertos urbanos.
La inseguridad alimentaria es un desafío que requiere la acción conjunta de los gobiernos, las empresas, las organizaciones sociales y la ciudadanía. Solo así se podrá garantizar el derecho humano a una alimentación adecuada para todos y todas.