La ciudad de Vancouver, en la costa oeste de Canadá, es conocida por su compromiso con el medio ambiente y su ambición de ser la ciudad más verde del mundo. Sin embargo, algunos expertos advierten que esa mentalidad verde puede ser contraproducente ante el cambio climático, que amenaza con provocar sequías, incendios, inundaciones y olas de calor en la región.
Según un reportaje de la cadena pública CBC, Vancouver tiene una visión idealizada de la naturaleza, basada en la abundancia de agua, árboles y espacios verdes que caracterizan su paisaje. Pero esa visión puede impedir que la ciudad se adapte a las nuevas condiciones climáticas, que requieren una gestión más eficiente y sostenible de los recursos naturales.
El reportaje cita a varios expertos que cuestionan algunas de las políticas y prácticas ambientales de Vancouver, como el uso excesivo de agua potable para regar los jardines, la plantación de árboles que no son resistentes al fuego o la sequía, o la falta de infraestructura para captar y reutilizar el agua de lluvia.
Los expertos sugieren que Vancouver debería adoptar una mentalidad más resiliente, que reconozca los límites y las vulnerabilidades de la naturaleza, y que busque soluciones innovadoras y adaptativas para enfrentar el cambio climático. Algunos ejemplos son el uso de plantas nativas y secas para los jardines, la instalación de sistemas de riego inteligente, o la creación de espacios verdes multifuncionales que sirvan como zonas de recreo, de infiltración de agua y de refugio ante el calor.
El reportaje también destaca algunos de los proyectos que ya se están llevando a cabo en Vancouver para mejorar su resiliencia climática, como el plan de acción contra la sequía, el programa de enfriamiento urbano, o la estrategia de gestión integrada de la lluvia.
El objetivo de estos proyectos es que Vancouver pueda seguir siendo una ciudad verde, pero también una ciudad preparada para los desafíos que plantea el cambio climático.