En un esfuerzo por mejorar el tratamiento de los paros cardíacos, un equipo de investigadores canadienses, liderado por el Dr. Steve Lin, jefe interino de medicina de emergencia en el Hospital St. Michael’s de Unity Health Toronto, está llevando a cabo un estudio masivo de seis años llamado EpiDose. El objetivo es determinar la dosis adecuada de epinefrina, también conocida como adrenalina, para administrar a pacientes que experimentan un paro cardíaco. Actualmente, los datos son limitados, pero las investigaciones existentes sugieren que dosis más altas pueden causar daño neurológico.
El medicamento epinefrina se administra intravenosamente cada tres a cinco minutos, con un promedio de hasta seis miligramos. Aunque puede estimular el flujo sanguíneo al contraer los vasos sanguíneos y ayudar a que el corazón vuelva a latir, existe una preocupación importante: al salvar el corazón, podríamos dañar el cerebro. Algunos sobrevivientes de paros cardíacos experimentan efectos cognitivos, como problemas de memoria a corto plazo y dificultades con tareas complejas, como conducir.
Para encontrar el equilibrio adecuado entre salvar vidas y preservar la calidad de vida, este estudio involucra equipos de paramédicos en Columbia Británica, Ontario y eventualmente en otras provincias. Los investigadores buscan determinar la “zona óptima” de uso de epinefrina para pacientes con paro cardíaco. La esperanza es que, al ajustar las dosis, se pueda maximizar la supervivencia sin comprometer la función cerebral.
Este estudio es crucial para mejorar las pautas de tratamiento y garantizar que los pacientes tengan la mejor oportunidad de recuperación sin secuelas cognitivas. La adrenalina puede salvar corazones, pero encontrar la dosis correcta es fundamental para no dañar los cerebros de quienes sobreviven a un paro cardíaco.