El domingo, la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) emitió una alarma después de que drones atacaran un reactor nuclear en la planta nuclear de Zaporizhzhia, controlada por Rusia, en el sur de Ucrania. Este grave incidente puso en peligro la seguridad nuclear en la planta más grande de Europa, que fue directamente atacada por primera vez desde noviembre de 2022. Aunque no hay indicios de daños críticos en esta etapa, la situación es preocupante.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, instó a un mayor apoyo internacional para los sistemas de defensa aérea de su país, mientras Rusia continúa su bombardeo aéreo de Kharkiv y las regiones circundantes. Además, el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov, llegó a China para conversaciones sobre Ucrania y la situación en Asia-Pacífico.
Durante la noche, Rusia lanzó dos docenas de ataques con drones en el sur y este de Ucrania, apuntando principalmente a infraestructura crítica y dañando una instalación logística y de transporte en la región de Odesa. La planta nuclear de Zaporizhzhia, que opera con generadores diésel, ha perdido su conexión con el sistema eléctrico ucraniano.
El director general de la AIEA, Rafael Grossi, advirtió que estos ataques aumentan significativamente el riesgo de un grave accidente nuclear y pidió su cese inmediato. Mientras tanto, la compañía de energía nuclear rusa Rosatom acusó a las fuerzas militares ucranianas de estar detrás del ataque, aunque no proporcionó evidencia. Ucrania niega cualquier participación y acusa a Rusia de lanzar los drones.
La situación sigue siendo tensa, y la comunidad internacional debe estar alerta ante los peligros que enfrenta la planta nuclear de Zaporizhzhia.