En mayo, siete meses después del devastador conflicto entre Israel y Gaza, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, estableció una rara “línea roja” para su principal aliado, Israel. Biden afirmó que Washington no proporcionaría bombas ni proyectiles de artillería al ejército israelí para invadir Rafah, en el sur de Gaza.
Sin embargo, las imágenes de cuerpos carbonizados que surgieron tras un ataque israelí en Rafah han cuestionado la credibilidad de esta “línea roja”. Aproximadamente 45 personas murieron en el ataque, que impactó un grupo de tiendas que albergaban a palestinos desplazados.
Ahmad Abuznaid, director de la Campaña de Derechos Palestinos de Estados Unidos (USCPR), expresó su decepción por la continuación de la operación israelí sin consecuencias. Según Abuznaid, Biden no solo sigue siendo “Genocidio Joe”, sino que también muestra debilidad política al no cumplir con su propia advertencia.
El Departamento de Estado de EE. UU. justificó su falta de acción al considerar la ofensiva en Rafah como una operación “limitada”, a pesar de la sangrienta realidad en el terreno. Los defensores de los derechos palestinos argumentan que la administración Biden está redefiniendo lo que considera una invasión de Rafah para negar que esté ocurriendo una ofensiva. Yasmine Taeb, directora legislativa y política del grupo de defensa MPower Change Action, calificó la “línea roja” de Biden como “absolutamente insignificante” y una continuación de su política insensible hacia Gaza.
Además, Israel siguió el bombardeo del domingo con otro ataque cerca de Rafah el martes, que cobró la vida de al menos 21 palestinos desplazados.