Francia ha tomado la decisión de prohibir grupos considerados de extrema derecha y radicales islámicos en medio del clima polarizado que antecede a las elecciones. Esta medida ha sido implementada con el objetivo de mantener la seguridad y prevenir posibles disturbios durante el proceso electoral.
La prohibición abarca tanto a organizaciones de extrema derecha como a grupos islámicos radicales, siendo parte de un esfuerzo más amplio por parte del gobierno para asegurar la estabilidad y la integridad del proceso democrático. Las autoridades francesas han justificado estas acciones como necesarias para proteger la cohesión social y prevenir cualquier forma de extremismo que pueda amenazar la seguridad pública.
La decisión ha generado reacciones diversas en el panorama político y social de Francia, con algunos críticos que argumentan que estas medidas podrían limitar la libertad de expresión y asociación. Sin embargo, defensores de la medida subrayan la importancia de salvaguardar la democracia frente a amenazas de grupos extremistas que podrían socavar los principios democráticos.