Elon Musk, el CEO de Tesla y fundador de SpaceX, se encuentra en el centro de la controversia después de compartir un video alterado de la campaña de Kamala Harris en su cuenta de X. En el video, se utiliza una voz generada por inteligencia artificial para hacer que parezca que la vicepresidenta Harris está diciendo cosas despectivas sobre sí misma y sobre Joe Biden. Sin embargo, en ningún momento se advierte a los usuarios que el video ha sido manipulado y que las declaraciones atribuidas a Harris son falsas.
La publicación de Musk ha acumulado más de 119 millones de visitas durante el fin de semana, a pesar de que viola las políticas de X sobre medios engañosos. Según estas políticas, los usuarios no pueden compartir medios sintéticos, manipulados o fuera de contexto que puedan confundir o engañar a las personas y causar daño. Aunque el video fue originalmente publicado por otro usuario con la aclaración de que era una parodia, la falta de etiquetas de advertencia por parte de Musk ha generado críticas y preocupaciones sobre la propagación de deepfakes en las redes sociales.
La capacidad de los deepfakes para influir en las opiniones de los votantes antes de las elecciones ha sido motivo de preocupación en los últimos años. A principios de este año, 20 empresas tecnológicas firmaron un acuerdo para combatir el “uso engañoso de la inteligencia artificial” en las elecciones de 2024, incluyendo a X. La situación plantea preguntas sobre la responsabilidad de las plataformas y la necesidad de abordar la desinformación en línea de manera efectiva.
En respuesta a la controversia, el equipo de campaña de Kamala Harris ha acusado a Elon Musk de difundir “mentiras manipuladas”. La discusión sobre la ética y la regulación de los deepfakes sigue siendo un tema candente en el mundo digital, y la comunidad está atenta a cómo las plataformas manejarán este tipo de contenido en el futuro.
La difusión de deepfakes y la falta de transparencia en las redes sociales plantean desafíos significativos para la sociedad y la política. La responsabilidad de los usuarios, las empresas y los reguladores es crucial para garantizar que la información compartida en línea sea veraz y no cause daño a la sociedad.