En un impactante incidente ocurrido el domingo, el expresidente Donald Trump fue objeto de un aparente intento de asesinato en su campo de golf en West Palm Beach, Florida. El sospechoso, identificado como Ryan Wesley Routh, de 58 años, fue detenido tras ser visto con un rifle en los alrededores del club de golf. Routh, propietario de una pequeña empresa de construcción en Hawái, ha sido un crítico vocal de Trump en las redes sociales y un ferviente defensor de Ucrania.
El incidente se produjo cuando agentes del Servicio Secreto avistaron el cañón de un rifle sobresaliendo de una cerca y dispararon contra un hombre que se encontraba entre los arbustos. El sospechoso huyó en un automóvil y fue detenido posteriormente en la autopista. Según el sheriff del condado de Palm Beach, Ric Bradshaw, Routh permaneció en silencio durante su detención.
Routh ha tenido varios roces con la ley en el pasado, incluyendo un arresto en 2002 por resistirse a la policía con un arma de fuego. Además, ha sido acusado repetidamente de no pagar sus impuestos a tiempo.
Trump, quien no resultó herido en el incidente, ha culpado a los demócratas por el ataque, alegando que su retórica ha incitado a la violencia. En una declaración, Trump afirmó: «Este es el resultado directo de la retórica de odio y división promovida por los demócratas. No podemos permitir que este tipo de violencia se normalice en nuestro país».
El incidente ha generado una ola de reacciones en el ámbito político. La vicepresidenta Kamala Harris, quien también está en campaña para las próximas elecciones, condenó el ataque y pidió unidad: «No podemos permitir que la violencia defina nuestra política. Debemos trabajar juntos para sanar nuestras divisiones».
Mientras tanto, Trump continúa con su campaña y tiene previsto presentar un nuevo negocio de criptomonedas en su propiedad de Mar-a-Lago en Florida. Por su parte, Harris participará en una mesa redonda con los Teamsters en Washington, DC.
Este intento de asesinato subraya las crecientes tensiones políticas en Estados Unidos y plantea serias preguntas sobre la seguridad de los líderes políticos en un clima cada vez más polarizado.