THE LATIN VOX (26 de septiembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz
En un mundo marcado por la incertidumbre geopolítica y la amenaza de conflictos armados, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) ha lanzado un llamado urgente a sus miembros, especialmente a Canadá y a otros aliados, para que se preparen para una guerra convencional. Esta declaración, que podría haber parecido inverosímil en la última década, refleja una nueva realidad que desafía las nociones de seguridad y defensa en la era moderna.
La reciente escalada de tensiones en diversas regiones del mundo ha llevado a la OTAN a reconsiderar sus estrategias de defensa. Con la invasión de Ucrania por parte de Rusia y el aumento de la agresividad de potencias como China, el viejo paradigma de conflictos asimétricos y guerras híbridas ha dejado de ser suficiente. La Alianza Atlántica ha comenzado a pensar en términos de una guerra convencional, lo que implica una preparación militar más robusta y un enfoque renovado hacia la defensa colectiva.
Canadá, como uno de los miembros clave de la OTAN, juega un papel fundamental en este nuevo enfoque. Su vasto territorio y sus recursos naturales lo convierten en un actor estratégico en la defensa del flanco norte de la Alianza. Las autoridades canadienses están siendo instadas a invertir en capacidades militares y a aumentar su presencia en regiones donde la amenaza de conflictos armados es más inminente. Esto incluye desde la modernización de sus fuerzas armadas hasta el fortalecimiento de la cooperación con aliados en ejercicios militares conjuntos.
El cambio de mentalidad que se propone no solo implica la preparación de tropas y equipos, sino también una reevaluación de las doctrinas de defensa. Los líderes de la OTAN reconocen que la capacidad de disuasión es más crucial que nunca. En este contexto, se espera que los países miembros aumenten sus gastos en defensa y adopten una postura más proactiva frente a cualquier agresión.
Sin embargo, este llamado a la preparación para una guerra convencional no está exento de críticas. Algunos analistas advierten sobre el riesgo de una escalada militar que podría resultar en un conflicto a gran escala, con consecuencias devastadoras no solo para los países involucrados, sino también para la estabilidad global. La historia ha demostrado que los malentendidos y las decisiones precipitadas pueden llevar a un desastre, y muchos abogan por un enfoque más diplomático para resolver las tensiones existentes.
A pesar de estas preocupaciones, la realidad es que la OTAN está tratando de adaptarse a un entorno de seguridad que cambia rápidamente. El mundo actual exige que los países estén listos para afrontar una variedad de escenarios, incluidos aquellos que hace poco parecían imposibles. Prepararse para una guerra convencional no es solo un ejercicio militar, sino también un recordatorio de la fragilidad de la paz y la importancia de la cooperación internacional en tiempos de crisis.
A medida que Canadá y sus aliados se embarcan en esta nueva era de preparación militar, será crucial mantener un equilibrio entre la defensa y la diplomacia. La historia nos enseña que la paz es un objetivo que requiere esfuerzo continuo y que, a menudo, la mejor forma de garantizar la seguridad es a través del diálogo y la negociación. En este sentido, la comunidad internacional debe estar atenta a las acciones de la OTAN, asegurándose de que la preparación para lo ‘impensable’ no derive en una nueva era de conflictos armados.
Crédito fotográfico: Revista Zoom