THE LATIN VOX (1 de noviembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz
En un movimiento que ha dejado atónitos a analistas y observadores internacionales, Rusia ha impuesto una multa exorbitante a Google que asciende a dos undecillones de rublos, lo que equivale a unos 20 decillones de dólares. Esta cifra astronómica, superior a la suma de todo el dinero existente en el mundo, ha sido calificada por el Kremlin como “simbólica”, diseñada para presionar a la empresa tecnológica estadounidense a levantar la prohibición sobre ciertos canales de YouTube vinculados al Kremlin.
Dmitry Peskov, portavoz del Kremlin, declaró a las agencias de noticias rusas que la suma impuesta es tan elevada que “ni siquiera puedo pronunciar este número, pero es más probable que esté impregnado de simbolismo”. Peskov argumentó que Google debería permitir la difusión de contenido de las emisoras rusas y que su negativa a hacerlo justifica estas acciones legales.
Desde el inicio de la ofensiva de Ucrania en febrero de 2022, Rusia ha intensificado su enfoque contra las plataformas de redes sociales, imponiendo sanciones a aquellas que albergan contenido crítico del Kremlin o que apoyan a Ucrania. Aunque YouTube sigue operativo en el país, las autoridades han amenazado en varias ocasiones con bloquear el acceso a la plataforma debido a sus restricciones sobre contenido estatal.
Las multas que enfrenta Google no son un caso aislado; han sido parte de una serie de acciones legales que buscan obligar a la compañía a alinearse con las demandas del gobierno ruso. Cada día que Google no cumple con estas exigencias, los costos legales continúan multiplicándose, reflejando la creciente tensión entre las autoridades rusas y las empresas tecnológicas occidentales.
Este episodio no solo pone de manifiesto la lucha del Kremlin por ejercer control sobre la narrativa mediática dentro y fuera de sus fronteras, sino que también resalta las complicaciones que enfrentan las empresas tecnológicas al operar en un entorno donde la censura y el control estatal son cada vez más evidentes. La magnitud de la multa y el enfoque simbólico detrás de ella apuntan a un esfuerzo por parte de Moscú para enviar un mensaje claro a otras plataformas sobre las consecuencias de desafiar su autoridad.
A medida que la situación se desarrolla, la comunidad internacional observa de cerca cómo este conflicto entre Rusia y las empresas tecnológicas podría afectar la libertad de expresión y el acceso a la información en la era digital.
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