Ucrania podrá usar misiles estadounidenses para atacar dentro de Rusia

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Foto: Getty Images/US Department of Defense

La guerra en Ucrania ha dado un giro significativo con la reciente aprobación por parte de Estados Unidos para que Ucrania utilice misiles de largo alcance, fabricados en Estados Unidos, para atacar dentro del territorio ruso. Este cambio en la política de Washington representa un punto de inflexión crucial en el conflicto, pues permitirá a las fuerzas ucranianas llevar a cabo ataques más profundos en territorio ruso, algo que había sido restringido hasta ahora por preocupaciones sobre la escalada del conflicto y las posibles represalias de Moscú.

Desde que comenzó la invasión rusa de Ucrania en febrero de 2022, los sistemas de armas de largo alcance han sido uno de los temas más delicados entre Kiev y sus aliados occidentales. Aunque Ucrania ha recibido miles de millones de dólares en ayuda militar, incluidas armas avanzadas como los sistemas de misiles Himars y los sistemas de defensa aérea Patriot, el uso de misiles con un alcance superior a los 300 kilómetros había sido objeto de fricción. Inicialmente, los aliados occidentales, liderados por Estados Unidos, se mostraron reticentes a suministrar misiles que pudieran ser utilizados para atacar dentro de Rusia, con la preocupación de que tal acción pudiera aumentar aún más la intensidad de la guerra y llevar a una confrontación directa entre la OTAN y Rusia.

No obstante, la creciente presión sobre Ucrania para que avance en su contraofensiva en el sur y este de Ucrania, junto con las continuas derrotas y avances territoriales rusos, ha cambiado la perspectiva de muchos en Occidente. A medida que la situación en el frente de batalla se ha estancado, y dado el deseo de Kiev de desmantelar la infraestructura militar y logística rusa, la Administración Biden ha revisado su postura. En un anuncio reciente, Washington aprobó el suministro de misiles de largo alcance, incluidos los conocidos ATACMS, que pueden alcanzar objetivos dentro de Rusia.

Este permiso implica que Ucrania podrá atacar de manera más efectiva sitios estratégicos en Rusia, como bases aéreas, depósitos de municiones, y líneas de suministro de armas y combustible, lo que podría debilitar la capacidad del Kremlin para continuar su agresión en Ucrania. Los ATACMS, con un alcance de hasta 300 kilómetros, se suman a una lista de otros sistemas de misiles de fabricación estadounidense que ya han sido entregados a Ucrania, como los Himars, que han demostrado ser devastadores en el campo de batalla, especialmente al destruir sistemas de defensa aérea rusos y municiones.

La decisión de Washington de permitir estos ataques dentro de Rusia también refleja un cambio en la dinámica de la guerra, ya que los aliados de Ucrania reconocen la necesidad de una estrategia más agresiva para enfrentar la guerra prolongada y, posiblemente, también la esperanza de un avance en las conversaciones de paz en el futuro. En el pasado, los líderes ucranianos han insistido en que solo al atacar los centros de poder y las infraestructuras rusas más allá de las fronteras de Ucrania se podría cambiar el equilibrio de fuerzas en el conflicto.

No obstante, el avance no está exento de riesgos. Aunque los ataques a objetivos dentro de Rusia podrían tener un efecto psicológico devastador sobre la población rusa y sobre la moral de las tropas de Putin, también podría dar lugar a una escalada aún mayor. La Rusia de Vladimir Putin ha dejado claro en múltiples ocasiones que no tolerará ataques en su territorio, y los ataques ucranianos a sus instalaciones militares podrían provocar represalias masivas, como el bombardeo intensificado de ciudades ucranianas o el uso de más armas de destrucción masiva.

Además, la decisión también podría traer consecuencias para los propios Estados Unidos, ya que algunos de los aliados de Ucrania, incluidos ciertos países de la Unión Europea, han expresado preocupaciones sobre cómo este nuevo paso podría agravar aún más las tensiones globales. Mientras tanto, dentro de Rusia, el Kremlin podría intensificar su retórica de guerra, utilizando estos ataques para justificar sus propios movimientos agresivos tanto en Ucrania como en otros frentes geopolíticos.

Por otro lado, algunos analistas ven el movimiento como una señal de que Estados Unidos y sus aliados están dispuestos a apoyar una guerra más prolongada, sin concesiones que puedan dar un respiro a Rusia. La administración Biden parece estar alineada con la estrategia de no solo frenar la ofensiva rusa en Ucrania, sino también de debilitar las capacidades militares de Rusia a largo plazo. El uso de misiles de largo alcance podría tener un impacto significativo en los suministros de guerra rusos, afectando la capacidad de Moscú para mantener sus operaciones.

El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, ha sido un firme defensor de esta medida, argumentando que Ucrania necesita la capacidad de atacar más allá de sus fronteras para destruir las líneas de suministro rusas y golpear las bases aéreas y las instalaciones de logística que facilitan los ataques rusos en el territorio ucraniano. Zelensky ha señalado que sin la capacidad de atacar dentro de Rusia, las fuerzas ucranianas estarán limitadas en su capacidad de hacer frente a las fuerzas rusas que continúan bombardeando a ciudades y aldeas ucranianas de manera sistemática.

A lo largo del conflicto, las fuerzas rusas han desplegado una red de bases militares y centros de mando en diversas regiones de Rusia, en especial en las zonas cercanas a la frontera con Ucrania. Muchos de estos objetivos han sido inalcanzables para las fuerzas ucranianas debido a la falta de misiles de largo alcance. Ahora, con la nueva autorización, Ucrania podrá dar un paso más en su estrategia para neutralizar las fuerzas rusas de manera efectiva, lo que podría alterar la dinámica de la guerra en favor de Kiev.


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