THE LATIN VOX (24 de noviembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Isabella Rossellini está experimentando un renacimiento en su carrera, y lo hace con la serenidad de quien ha alcanzado una profunda paz consigo misma. A los 72 años, la actriz italiana, hija de la legendaria Ingrid Bergman y el director Roberto Rossellini, ha vuelto a la pantalla con papeles que reflejan una sabiduría madura y una presencia sutil, como su reciente interpretación en el aclamado thriller vaticano Conclave.
En una entrevista con el diario The Guardian, Rossellini reflexiona sobre su vida, su carrera, y lo que significa ser una «nepo baby» en la industria.
Aunque muchos actores alcanzan su primer papel como monjas en sus años dorados, Rossellini lo hizo cuando tenía solo 24 años, en su debut cinematográfico en A Matter of Time (1976), dirigida por Vincente Minnelli. En ese filme, su madre, Ingrid Bergman, interpretaba a una condesa excéntrica en su lecho de muerte y pensó que sería interesante que una de las monjas a su lado fuera Isabella. «Porque nos parecíamos, pensó que sería interesante para la condesa ver su joven yo en mí, en una especie de alucinación», recuerda Rossellini con una sonrisa. Sin embargo, ella misma admite que ese primer papel no fue muy exitoso.
Casi medio siglo después, Rossellini ha vuelto a ponerse el hábito, esta vez con gran éxito en Conclave, interpretando a la hermana Agnes, una monja que supervisa el servicio doméstico durante la elección papal. A lo largo de la película, su presencia es sutil, pero cuando finalmente tiene la oportunidad de hablar, su breve discurso cambia el curso de la historia. «La Iglesia católica es muy patriarcal, los cardenales son solo hombres, pero las monjas no son subyugadas. Tienen un poder enorme. Era importante subrayar su silencio, pero ese silencio no tiene que ser impotente», explica Rossellini, quien creció en Roma y asistió a una escuela católica.
A lo largo de su carrera, Rossellini ha aprendido a disfrutar de papeles más pequeños pero impactantes. En Conclave, encontró una conexión con su experiencia en el mundo del modelaje, particularmente con el fotógrafo Richard Avedon, quien le enseñó que modelar también es actuar. «Él decía que, si modelas, estás actuando. Eres como una estrella de cine mudo, porque los modelos no tienen palabras, pero aún así expresan emociones», reflexiona. «No tienes que tener diálogo para ser una presencia».
Aunque su carrera como actriz no ha tenido pausas definitivas, Rossellini ha visto un renacimiento en los últimos años. Tras un período en el que las grandes ofertas parecían haber desaparecido, como le había advertido su madre, la actriz ha resurgido con papeles en películas como La Chimera de Alice Rohrwacher y Joy de David O. Russell, mientras que su acento ítalo-estadounidense también ha resonado en películas animadas como Marcel the Shell with Shoes On y Los Increíbles 2.
«Mi madre murió cuando tenía 67 años, más joven de lo que soy ahora», dice Rossellini al recordar el consejo de su madre de que las actrices pasan por una crisis en sus carreras entre los 45 y los 60 años, una etapa donde el interés amoroso ya no es el centro de la historia. «Pero después, cuando eres mayor, dijo, empiezas a recibir más papeles», añade.
El renacimiento de Rossellini no solo se limita a la pantalla. En sus años intermedios, cuando los papeles comenzaron a disminuir, ella regresó a la universidad para estudiar etología, la ciencia del comportamiento animal, y comenzó a hacer sus propios cortometrajes. «Creé una carrera paralela», dice, con una sonrisa. Pero, como ella misma admite, «el cine volvió a mi vida».
Además, su carrera de modelaje también pasó por un bache cuando Lancôme la dejó de lado a los 43 años, argumentando que la marca ya no podía asociarse con una mujer de su edad. «El marketing decía que la gente sueña con ser joven, pero no es el sueño dominante. Cuando pregunté a mis amigos si querían quedarse jóvenes para siempre, no lo deseaban», dice Rossellini. En 2016, a los 63 años, fue llamada nuevamente por Lancôme para volver a ser su rostro. «La diferencia ahora es que los ejecutivos son mujeres, y entienden que el maquillaje no es solo una herramienta de seducción, sino una herramienta de creatividad».
Rossellini también reflexiona sobre el tema de la edad en Hollywood. «Estuve encantada de estar en Death Becomes Her (1992), una sátira sobre el edadismo en Hollywood», recuerda, refiriéndose a la película en la que interpretaba a una comerciante de juventud eterna. A lo largo de su carrera, ha visto cómo la industria lucha con el envejecimiento de las mujeres, un tema que aborda con una mezcla de humor y crítica. Aplaude la película The Substance de Coralie Fargeat, que aborda precisamente esa problemática, y comparte su admiración por las actrices Demi Moore y Margaret Qualley, la cual, como ella misma, es una «hija del negocio».
En cuanto a su estatus de «nepo baby», Rossellini reacciona con una mezcla de sorpresa y diversión. «¿Nepo como nepotismo? Eso es muy gracioso», dice con una risa. «No me molesta», asegura, reconociendo que su carrera y la de su madre tienen una conexión inseparable con el mundo del cine, pero que su legado es también una construcción personal.
Isabella Rossellini, con su mirada aguda sobre la industria y su profunda serenidad personal, demuestra que en la madurez no solo se encuentra la libertad, sino también la posibilidad de reinventarse.
Crédito fotográfico: Andre Rau for Lancôme