Opinión: ONU necesita una urgente reforma para actuar ante actuales desafíos mundiales

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THE LATIN VOX (25 de noviembre del 2024).- Por Francisco Javier Vadiviezo Cruz.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha sido testigo de innumerables desafíos desde su fundación en 1945, en el contexto de la devastación causada por la Segunda Guerra Mundial.

Sin embargo, pocos de esos desafíos han sido tan oscuros como la actitud pasiva de la ONU frente al genocidio que Israel ha perpetrado contra los 2.3 millones de palestinos en Gaza. La ONU ha mirado hacia otro lado mientras Israel, con la complicidad de potencias occidentales, ha desmantelado Gaza bajo un asedio militar imparable, libre de cualquier tipo de rendición de cuentas.

Es un hecho doloroso: la violencia de Israel en Gaza es armada, financiada y protegida por las potencias occidentales, lideradas por Estados Unidos. Esta impunidad ha alcanzado niveles inéditos, especialmente cuando consideramos que, mientras las sanciones más severas en la historia reciente se imponen sobre Rusia tras su invasión de Ucrania, las mismas potencias que sancionan a Moscú permiten y encubren un sistema de colonialismo de asentamiento, apartheid y ocupación ilegal en Palestina. Esto expone una doble moral occidental que convierte en una burla cualquier declaración sobre los derechos humanos universales.

Durante un debate reciente de la ONU sobre Gaza, el ministro de Relaciones Exteriores de Indonesia pidió a los Estados miembros que no enterraran los principios de la Carta de la ONU bajo los escombros de los dobleces, la desconfianza y el juego de suma cero.

Las palabras del sociólogo congoleño-estadounidense Pierre van den Berghe, quien acuñó el término “democracia herrenvolk” (democracia para la raza dominante pero tiránica para los grupos subordinados), nos advierten sobre una era de derecho internacional herrenvolk, donde las potencias más fuertes dictan las reglas a su conveniencia, mientras que los pueblos oprimidos como los palestinos sufren sin justicia.

El reciente anuncio del 21 de noviembre de las órdenes de arresto por parte de la Corte Penal Internacional (CPI) contra Benjamin Netanyahu y el exministro de guerra Yoav Gallant, aunque tardías y tras la muerte de miles de palestinos, ha devuelto una leve esperanza a quienes desean ver algo de justicia. Sin embargo, tratar esta decisión como una victoria definitiva sobre la brutalidad sería ilusorio.

Más bien, debemos ver esta resolución como una pequeña rendija de luz en un sistema mundial que necesita una reforma profunda y radical, si alguna vez queremos evitar que un «Gaza» vuelva a ocurrir en cualquier parte del mundo.

La necesidad urgente de reorganizar la ONU

El camino hacia una reforma profunda y justa pasa, sin duda, por descolonizar la ONU. Esto no significa solo un cambio estructural en la organización, sino una transformación que integre las perspectivas de las comunidades marginadas y las naciones más afectadas por la herencia colonial.

La ONU, como institución global, ha sido durante mucho tiempo una extensión de los intereses de las potencias coloniales, especialmente las occidentales, que han distorsionado sus principios para proteger sus intereses económicos y políticos.

Para recuperar la credibilidad y la relevancia de la ONU, debemos imaginar un proceso de descolonización que devuelva el poder a las naciones del Sur Global y a aquellos que sufren las secuelas del colonialismo, tales como la deuda, el subdesarrollo y el saqueo de recursos naturales.

¿Cómo descolonizar la ONU?

Descolonizar la ONU es una tarea enorme y compleja. Implica cambiar el sistema de representación para hacerlo verdaderamente democrático e inclusivo, eliminar el poder de veto de las grandes potencias, y reformar una estructura organizativa sobredimensionada, que a menudo es ineficiente, corrupta y excesivamente dependiente de los intereses de Estados Unidos y otros países occidentales.

Los salarios exorbitantes y los beneficios que reciben muchos de los altos funcionarios de la ONU, en su mayoría de países occidentales, son una burla para las naciones empobrecidas. Los fondos que se destinan a estos altos salarios podrían aliviar la pobreza en muchos países en desarrollo.

Además, una parte fundamental de esta reforma debe ser el traslado de la sede de la ONU fuera de los Estados Unidos, hacia un país más democrático y menos autoritario, como Sudáfrica. Aunque Sudáfrica no es un utopía, su historia simboliza la victoria de la humanidad y la democracia sobre el colonialismo y el apartheid, y su ubicación podría representar un giro hacia una ONU más inclusiva y representativa.

Un impuesto progresivo para financiar la ONU

Una propuesta concreta para financiar esta reforma es la creación de un impuesto progresivo anual que se recaudaría de cada adulto en el mundo, basado en el Producto Interno Bruto per cápita de cada país, y pagado por los Estados en nombre de sus ciudadanos. Esto garantizaría que todos, independientemente de su nivel económico, contribuyan al sostenimiento de la ONU y tengan voz en su gobernanza. Un ciudadano de Singapur o Qatar, por ejemplo, pagaría mucho más que uno de Sudán del Sur o Afganistán, pero todos estarían contribuyendo al gobierno mundial.

Este sistema no solo haría que los países con mayores recursos financiaran la ONU de manera más justa, sino que también permitiría que los ciudadanos tuvieran una participación activa en el funcionamiento de la organización. En lugar de depender de las decisiones unilaterales de potencias como Estados Unidos, la ONU podría convertirse en un organismo realmente autónomo y comprometido con la justicia social y la paz mundial.

Un camino hacia la justicia global

Este tipo de reformas puede sonar utópico, incluso imposible, dada la dinámica de poder que predomina actualmente en el mundo. Pero muchas de las grandes transformaciones de la historia han comenzado con ideas innovadoras que parecían irrealizables hasta que, finalmente, se materializaron. Nosotros, como ciudadanos del mundo, tenemos el poder de hacer posible este cambio. Antes de que el auge del fascismo y la locura imperialista conviertan a la ONU en un organismo moribundo, debemos imaginar un mundo diferente y luchar por él. Solo tenemos un mundo, y es nuestra responsabilidad garantizar que sea más justo, más seguro y más pacífico para todos.

La descolonización de la ONU es el primer paso hacia un sistema mundial verdaderamente democrático, donde todos los pueblos tengan la oportunidad de ser escuchados, y donde la justicia y la paz no sean solo ideales lejanos, sino realidades tangibles para todos.

Crédito fotográfico: Vatican News


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