THE LATIN VOX (26 de noviembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
La iglesia de Nossa Senhora da Candelária, ubicada en el centro de Río de Janeiro, es famosa no solo por su arquitectura barroca, sino también por una tragedia que marcó la historia de Brasil. En la noche del 23 de julio de 1993, ocho jóvenes entre 11 y 19 años fueron asesinados a tiros por policías mientras dormían en la acera frente a la iglesia, en lo que se conoce como la Masacre de Candelária. Este crimen atroz, que tuvo lugar en uno de los lugares más simbólicos de la ciudad, sigue siendo un doloroso recordatorio de la violencia policial y la discriminación social que afecta a la juventud pobre y negra en Brasil.
En el lugar del crimen, una cruz de madera de dos metros de altura lleva ocho placas con los nombres de las víctimas. Es la quinta cruz que se coloca en ese mismo sitio, ya que las anteriores fueron destruidas en reiteradas ocasiones.
Patricia de Oliveira, una de las líderes del grupo Candelária Nunca Más, ha sido testigo de cómo las cruces han sido quemadas y mutiladas. «Las destruyen porque las autoridades y la sociedad de Río creen que la masacre fue necesaria para ‘limpiar’ a la sociedad de los indeseables», afirma. A pesar de las cámaras de seguridad, nunca se ha identificado a los responsables de estos actos de vandalismo.
La masacre fue perpetrada por tres policías y un exagente de la policía, quienes abrieron fuego contra los jóvenes sin previo aviso. La excusa de los agresores fue una supuesta represalia por una piedra lanzada a un patrullero esa misma tarde, aunque algunos sostienen que los comerciantes de la zona ordenaron las ejecuciones debido a la presencia de los niños en las calles.
A 31 años de los hechos, la tragedia ha sido llevada a la pantalla en una nueva serie de Netflix titulada Children of the Church Steps. Esta ficción de cuatro episodios sigue a cuatro niños y adolescentes durante las 36 horas previas al ataque, basándose en los testimonios de las familias de las víctimas y de sobrevivientes como Érica Nunes, quien tenía 10 años cuando ocurrió la masacre. «Cuando regresé, todos estaban muertos», recuerda Nunes, quien inspiró el personaje de Pipoca (Palomita), interpretado por la actriz Wendy Queiroz.
El relato de Nunes refleja la difícil situación de muchos niños de la calle en Río de Janeiro en esa época. Nunes, quien vivía en la favela de Maré, relata cómo su madre tuvo que ir a trabajar a São Paulo, dejándola bajo el cuidado de su abuela y un tío, quien la maltrataba. Fue entonces cuando decidió escapar a la calle, como muchos otros niños que buscaban refugio en los alrededores de la iglesia de Candelária, donde se habían formado una especie de comunidad marginalizada.
En la serie, los creadores Luis Lomenha y Márcia Faria buscan contar la historia desde la perspectiva de las víctimas. «Queríamos devolverles a estos niños la infancia y la humanidad que les fue arrebatada», explica Lomenha. En la ficción, los jóvenes personajes están durmiendo y soñando cuando los policías llegan y comienzan a disparar.
Sin embargo, Lomenha señala que los responsables no son solo los policías. «Es más fácil culpar a los agentes del orden, ya que las fuerzas policiales en Brasil están compuestas mayoritariamente por hombres negros y pobres. Pero ellos sirven a una agenda opresiva de élites blancas que los empuja a cometer estos crímenes como una estrategia de supervivencia», sostiene.
La policía de Río ha ganado notoriedad por su violencia, siendo responsable de miles de muertes de jóvenes, en su mayoría negros, en los últimos años. El antropólogo y exjefe de seguridad nacional Luiz Eduardo Soares sostiene que las fuerzas de seguridad actuales heredan una «tradición de comportamiento y valores que provienen de sus orígenes en la caza de esclavos y en la protección de las élites». A pesar de la indignación que generó la masacre de Candelária, Soares cree que no ha habido cambios significativos en la mentalidad, la estructura o la capacitación de la policía para evitar que algo similar ocurra nuevamente.
La violencia policial no ha cesado en Río. Apenas un mes después de la masacre de Candelária, la policía mató a 21 personas en el complejo de Vigário Geral, y en 2021, una operación en la favela de Jacarezinho dejó 28 muertos. Patricia de Oliveira, quien sufrió la pérdida de su hermano Wagner dos Santos, un sobreviviente de la masacre, lamenta que, a pesar de las víctimas y los esfuerzos por recordar estos horrores, las actitudes sociales que permitieron las matanzas siguen vigentes. «A menudo veo comentarios en redes sociales pidiendo una ‘nueva masacre de Candelária'», afirma.
Oliveira teme que, a medida que pasa el tiempo, Brasil se acerque cada vez más a la repetición de una tragedia como esta. «Cada día nos acercamos más a que algo así vuelva a ocurrir, porque la sociedad y las autoridades creen que cuando la policía entra en una favela y mata, están en lo correcto, como si ‘el único buen criminal es un criminal muerto'», concluye.
La serie Children of the Church Steps no solo revive la masacre, sino que también sirve como un recordatorio de que la lucha por la justicia y la memoria en Brasil sigue siendo urgente y necesaria. La violencia estatal continúa siendo una realidad para muchos, y la historia de la Candelária sigue viva, esperando ser escuchada por nuevas generaciones.
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