THE LATIN VOX (26 de noviembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
El anuncio reciente de Donald Trump sobre la imposición de aranceles elevados a los productos importados de Canadá, México y China ha puesto en marcha lo que muchos expertos en comercio prevén como el inicio de una amarga guerra comercial global.
A pocos días de asumir nuevamente la presidencia, Trump ha dejado claro que su estrategia económica se basará en una política de «proteccionismo» agresivo, lo que podría tener consecuencias económicas profundas tanto para los consumidores estadounidenses como para las empresas de todo el mundo.
Trump, quien ya había mostrado su inclinación por los aranceles durante su mandato anterior, ha prometido imponer tarifas a todos los productos provenientes de estos países hasta que se reduzcan los flujos migratorios y el tráfico de drogas hacia Estados Unidos. La noticia fue recibida con una rápida respuesta de los gobiernos afectados, quienes advirtieron sobre los riesgos de una escalada de tensiones económicas que podría perjudicar a ambas partes.
Según Keith Rockwell, exdirector de la Organización Mundial del Comercio (OMC), las consecuencias de este tipo de medidas serían inmediatas y devastadoras. «Estados Unidos exporta miles de millones de dólares en productos a estos países. Cualquiera que espere que no haya represalias no está prestando atención», advirtió. Y no tardaron en llegar. China, por ejemplo, ya ha señalado que nadie ganaría en una guerra arancelaria. «Nadie gana en una guerra comercial o una guerra de aranceles», escribió Liu Pengyu, portavoz de la embajada china en Washington.
El impacto de estos aranceles podría ser significativo para los consumidores estadounidenses. Economistas de ING estimaron que las propuestas de Trump podrían aumentar los costos de los productos importados en hasta $2,400 por año por consumidor.
Este incremento en los costos podría tener repercusiones más amplias en la economía, especialmente en un país donde el gasto del consumidor representa el 70% de la actividad económica. Aunque la idea de aumentar los aranceles goza del apoyo de una parte del electorado de Trump, los votantes generalmente no aprueban las tarifas, ya que aumentan los precios que pagan por productos importados. Según una encuesta de Harris, el 69% de las personas cree que los aranceles elevarán los precios.
El enfoque de Trump, más centrado y dirigido, se diferencia de sus propuestas previas, en las que sugería aranceles universales del 10% al 20% sobre todos los productos extranjeros. Ahora, la amenaza se ha concretado en un 25% de aranceles sobre los productos provenientes de México y Canadá, y un 10% sobre los de China, además de los aranceles ya existentes.
Los economistas y expertos en comercio, como Eswar Prasad, exjefe de la división de China en el Fondo Monetario Internacional (FMI), ven este cambio como el comienzo de una nueva era de protecciónismo en Estados Unidos, con un impacto disruptivo tanto en el comercio estadounidense como internacional. «Tales aranceles tendrán un efecto disruptivo en el comercio de Estados Unidos y del resto del mundo, mientras los países tratan de mitigar el golpe de estos aranceles y buscan formas de evadirlos», señaló Prasad.
Trump, por su parte, no ha hecho mucho énfasis en los beneficios económicos que asegura traerán los aranceles. En cambio, ha centrado su discurso en acusar a México y Canadá por lo que considera «fronteras abiertas» que agravan la crisis migratoria y a China por el tráfico de drogas, especialmente el fentanilo, que llega a los EE. UU. De esta forma, parece utilizar los aranceles no solo como una herramienta económica, sino como un medio para abordar cuestiones políticas y sociales de su agenda, como la seguridad nacional y la inmigración.
La perspectiva de que Trump utilice los aranceles como «arma» para lograr resultados económicos y políticos favorece su política de «América Primero». Para Bill Ackman, un influyente inversor que apoya a Trump, estos aranceles representan una forma eficaz de cambiar la política exterior incluso antes de asumir oficialmente el cargo. «Es una gran manera de cambiar la política exterior», dijo Ackman, resaltando el uso de las redes sociales como una herramienta para hacer estos anuncios antes de que Trump asuma la presidencia.
Sin embargo, el riesgo de represalias económicas no es menor. Rockwell predice que los países afectados, particularmente Europa, ya tienen listas preparadas para responder con aranceles sobre productos clave de Estados Unidos, como motocicletas Harley-Davidson, jeans Levi’s o el bourbon de Kentucky. Estos «puntos de presión política», como los denomina Rockwell, podrían ser la respuesta de los países afectados, aumentando aún más la tensión comercial.
En resumen, la amenaza de Trump de imponer tarifas a Canadá, México y China marca el inicio de una nueva fase en las relaciones comerciales internacionales. Si se lleva a cabo, podría desatar una guerra comercial que afecte tanto a consumidores como a empresas en todo el mundo, con consecuencias impredecibles para la economía global.
Lo que parecía ser una promesa de campaña, está tomando forma de una realidad económica que pondrá a prueba las relaciones comerciales de Estados Unidos con sus socios más cercanos y podría reconfigurar el mapa del comercio mundial en los próximos años.
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