El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado su intención de imponer un arancel del 25% a todos los productos importados desde Canadá y México, una medida que ha generado una fuerte reacción tanto en Canadá como en Estados Unidos. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, ha convocado una reunión de emergencia con los primeros ministros de las provincias canadienses para discutir la respuesta del país a esta amenaza arancelaria.
La economía canadiense podría verse gravemente afectada por estos aranceles, especialmente en provincias como Ontario y Alberta, que dependen en gran medida de las exportaciones a Estados Unidos. Ontario, por ejemplo, exporta anualmente productos por un valor de 220.5 mil millones de dólares a su vecino del sur, siendo los vehículos de motor y el oro sus principales productos de exportación. Alberta, por su parte, es un importante exportador de petróleo crudo, con el 97.4% de sus exportaciones de crudo dirigidas a Estados Unidos.
El primer ministro de Ontario, Doug Ford, ha calificado la propuesta de Trump como «la mayor amenaza» de la administración estadounidense en décadas y ha subrayado que es «muy, muy perjudicial para canadienses y estadounidenses» en ambos lados de la frontera. Por su parte, la primera ministra de Alberta, Danielle Smith, ha señalado que la mayoría de las exportaciones de energía de Alberta a Estados Unidos se realizan a través de oleoductos seguros y no contribuyen a las actividades ilegales mencionadas por Trump.
La administración de Trump ha justificado estos aranceles como una medida para abordar las preocupaciones de seguridad fronteriza y el flujo de drogas ilegales. Sin embargo, los funcionarios canadienses han argumentado que su país no es el problema y que los aranceles tendrán graves implicaciones para ambas naciones. Canadá es el principal destino de exportación para 36 estados de EE.UU., y aproximadamente el 60% de las importaciones de petróleo crudo de EE.UU. provienen de Canadá.
En respuesta a la amenaza arancelaria, Canadá ya está examinando posibles aranceles de represalia sobre ciertos productos estadounidenses. Durante el primer mandato de Trump, Canadá impuso miles de millones de dólares en nuevos aranceles en respuesta a los impuestos sobre el acero y el aluminio canadienses. Los productos seleccionados para estos aranceles de represalia a menudo se eligen por su impacto político más que económico, como el yogur de una planta en Wisconsin, el estado natal del entonces presidente de la Cámara de Representantes, Paul Ryan.
La situación sigue siendo tensa, y los líderes de ambos países están buscando soluciones para evitar una guerra comercial que podría tener consecuencias devastadoras para las economías de ambos lados de la frontera. Trudeau ha enfatizado la importancia de un enfoque de «Equipo Canadá» para enfrentar esta crisis y ha expresado su confianza en que se pueda encontrar una solución que beneficie a ambas naciones.