THE LATIN VOX (2 de diciembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
El canciller alemán, Olaf Scholz, realizó una visita no anunciada a Kiev, su primera desde el inicio de la guerra a gran escala en Ucrania, para reiterar el compromiso de Alemania con el país devastado por el conflicto.
En su visita, Scholz prometió un nuevo paquete de ayuda militar por 650 millones de euros, subrayando que Alemania sigue siendo «el mayor apoyo de Ucrania en Europa».
Esta promesa de asistencia llega en un contexto de creciente incertidumbre política, tanto dentro de Alemania como en relación con la futura presidencia de Donald Trump y su posible impacto en la guerra en Ucrania.
Un gesto de apoyo en tiempos de incertidumbre
Scholz llegó a la estación central de Kiev en la mañana del lunes, visiblemente relajado y con una gran maleta metálica en mano. La visita incluyó una reunión conjunta con el presidente ucraniano, Volodymyr Zelenskyy, en la que ambos visitaron un hospital para conocer a veteranos de guerra heridos y también se reunieron con productores de drones.
El canciller alemán hizo un llamado firme en contra de cualquier intento de Rusia de imponer un «paz dictada» sobre Ucrania, destacando que el país debería estar presente en cualquier negociación sobre su futuro.
Scholz aprovechó la visita para reafirmar que Alemania continuaría siendo un aliado clave de Ucrania en su lucha contra la invasión rusa, subrayando que las entregas de armas continuarían de manera rápida.
Aunque este apoyo ha sido una constante desde el inicio del conflicto, la decisión de Scholz de realizar este tipo de visitas a Kiev parece destinada a contrarrestar las crecientes críticas a su política sobre Ucrania, tanto en su país como en el ámbito internacional.
Tensiones internas y críticas externas
La postura de Scholz sobre Ucrania ha generado fuertes divisiones en su propio país. A nivel doméstico, el canciller se enfrenta a una presión política creciente, especialmente en relación con las armas de largo alcance, como los misiles Taurus, que algunos sectores piden que Alemania envíe a Ucrania.
Sin embargo, Scholz ha rechazado esta solicitud, lo que ha provocado el descontento de varios líderes ucranianos, incluido el embajador ucraniano en Berlín, Oleksiy Makeyev, quien acusó a Alemania de «dar un cheque en blanco a Rusia».
El líder alemán también ha sido criticado por su reciente llamada telefónica con el presidente ruso Vladimir Putin, una conversación que muchos en Ucrania consideraron innecesaria y contraproducente.
Durante la llamada, Scholz advirtió a Putin que el apoyo occidental a Ucrania no disminuiría, pero el presidente ucraniano Zelenskyy interpretó este gesto como una forma de debilitar la posición de aislamiento de Rusia, algo que Putin había buscado durante mucho tiempo.
Esta llamada se produjo por primera vez desde finales de 2022 y fue vista como un intento de Scholz de explorar posibles espacios para una solución diplomática al conflicto.
El impacto de Donald Trump en la guerra
El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, tras su posible victoria en las elecciones de 2024, también plantea dudas sobre la continuidad del apoyo estadounidense a Ucrania. Trump ha prometido que, si es elegido, podría resolver la guerra en Ucrania «en 24 horas», aunque no ha ofrecido detalles claros sobre cómo lo lograría.
En este contexto, Scholz se enfrenta no solo a la presión interna en Alemania, sino también a las perspectivas inciertas sobre la postura de Estados Unidos hacia el conflicto en caso de que Trump regrese al poder.
El canciller alemán, consciente de estas dinámicas, ha subrayado en diversas ocasiones que cualquier intento de poner fin a la guerra debe ser basado en un acuerdo justo y duradero, con la plena participación de Ucrania. De hecho, Scholz mencionó que Alemania sigue comprometida con la defensa de la soberanía de Ucrania y no permitirá que Rusia imponga sus condiciones de manera unilateral.
El futuro de la guerra y la postura alemana
El conflicto en Ucrania sigue siendo un tema central en la política alemana, especialmente con las elecciones programadas para febrero de 2025, tras la reciente disolución de la coalición gubernamental de Scholz.
En este clima político tenso, Scholz ha insistido en que su objetivo es encontrar un «paz justa y duradera», sin sacrificar la soberanía de Ucrania. Aunque las críticas hacia su manejo del conflicto continúan, especialmente por parte de los opositores que exigen un enfoque más agresivo hacia Rusia, el canciller se mantiene firme en su postura de apoyo a Ucrania y en su rechazo a cualquier tipo de «paz impuesta» que favorezca a Moscú.
En el horizonte de las próximas semanas, Scholz también se prepara para una votación de confianza que podría determinar su futuro político. Su capacidad para gestionar la guerra en Ucrania, y las decisiones que tome respecto a la ayuda militar, jugarán un papel crucial en cómo se percibe su liderazgo tanto dentro de su partido como a nivel internacional.
Crédito fotográfico: Reuters