THE LATIN VOX (13 de diciembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Hoy, Rusia lanzó uno de los ataques más masivos contra Ucrania desde el inicio de su invasión en 2022, utilizando decenas de misiles de crucero y drones, con el objetivo de desactivar la red eléctrica ucraniana. Según el ministro de Energía de Ucrania, Herman Halushchenko, los objetivos principales fueron las infraestructuras energéticas del país, lo que provocó una nueva ola de temores en medio del invierno.
El ministro denunció que «el enemigo continúa su terror», haciendo referencia al incansable bombardeo de las instalaciones eléctricas de Ucrania. En un mensaje en su página de Facebook, Halushchenko explicó que, a pesar de los daños, los trabajadores del sector energético estaban haciendo todo lo posible para mitigar las consecuencias sobre el sistema, asegurando que se proporcionarían más detalles sobre los daños cuando la situación de seguridad lo permitiera.
Las fuerzas aéreas ucranianas confirmaron que, durante la noche, una serie de drones fueron lanzados contra el país, seguidos por una masiva lluvia de misiles de crucero. Además, Rusia utilizó misiles balísticos Kinzhal, lanzados desde el aire, dirigidos principalmente a las regiones del oeste de Ucrania.
Este tipo de ataques se ha convertido en una táctica recurrente, que no solo tiene el propósito de destruir la infraestructura clave, sino de generar una presión psicológica sobre la población civil, al mismo tiempo que interrumpe los servicios vitales durante los fríos meses de invierno.
Este nuevo ataque aéreo, que se suma a una serie de ofensivas similares, aumenta la preocupación de que el Kremlin esté intensificando sus esfuerzos para dejar a Ucrania sin energía, un recurso crucial para su funcionamiento durante la temporada invernal. En ataques anteriores, como el ocurrido el 28 de noviembre, más de un millón de hogares quedaron sin electricidad debido a la destrucción de líneas de transmisión, aunque los equipos de emergencia lograron restaurar el servicio en las horas siguientes.
Desde el inicio de la invasión en febrero de 2022, la guerra de desgaste ha tenido un impacto devastador en la infraestructura civil ucraniana. Rusia ha concentrado sus esfuerzos en deshabilitar la capacidad de generación eléctrica del país, lo que ha provocado apagones en el suministro de calefacción y agua potable. Este ataque sistemático se interpreta como una táctica para quebrantar el espíritu de la población ucraniana, dificultando la vida diaria de los civiles y afectando a sectores clave, como la industria de defensa.
Moscú, por su parte, ha justificado estos ataques alegando que están destinados a destruir las capacidades industriales de Ucrania, especialmente aquellas relacionadas con la producción de misiles, drones, vehículos blindados y otras armas utilizadas en la defensa del país. Sin embargo, muchos analistas han señalado que esta estrategia no solo busca debilitar a las fuerzas armadas ucranianas, sino también aterrorizar a la población civil y fomentar la desesperación.
A medida que el invierno avanza, los desafíos para Ucrania aumentan, no solo por las bajas temperaturas, sino por la constante amenaza de nuevos ataques rusos a sus infraestructuras vitales. La comunidad internacional sigue monitoreando de cerca la situación, ante el riesgo de que los ataques sobre la red energética de Ucrania continúen escalando, empeorando las condiciones de vida y dificultando los esfuerzos de recuperación y resistencia del país.
Mientras tanto, Ucrania sigue demostrando una notable resiliencia, con su población y fuerzas armadas comprometidas a defender la soberanía nacional, a pesar de los esfuerzos de Rusia por destruir su capacidad de resistir. La guerra, lejos de amainar, parece estar entrando en una fase aún más compleja y destructiva, mientras la amenaza de una crisis humanitaria se cierne sobre el país.
Crédito fotográfico: REUTERS