THE LATIN VOX (13 de diciembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Bashar al-Assad, el depuesto presidente sirio, se enfrenta a una vida en la penumbra tras abandonar su país, con Moscú como su nuevo refugio. Tras una década de intervención rusa que le permitió mantenerse en el poder, el mandatario y su familia ahora se verán alejados del centro de la política mundial, escondidos en una propiedad aislada y vigilada por los servicios de seguridad rusos. La operación que facilitó su fuga fue ejecutada con tal secreto que, según se informa, ni siquiera su hermano fue informado con antelación.
La caída de Assad es un giro dramático para un líder que, hace apenas unos años, parecía tener el control absoluto sobre Siria. En 2011, cuando las fuerzas rebeldes cercaban Damasco, el respaldo de Rusia, a través de su intervención militar, fue crucial para que el régimen de Assad no sucumbiera. Hoy, en un giro irónico, es el mismo Kremlin quien proporciona al dictador una ruta de escape personal, ayudado por agentes de inteligencia rusos.
La decisión de Assad de refugiarse en Rusia, en lugar de en Irán, su otro aliado clave, ha sido interpretada por analistas como un intento de elegir un lugar que se alinee con su estilo de vida secular, a pesar de su identificación con la secta alauita. Además, Rusia, menos presionada por la comunidad internacional que Irán, representa una opción más segura para evitar una posible extradición a la Corte Penal Internacional, que ha emitido una orden de arresto contra Vladimir Putin.
David Lesch, experto en Siria de la Universidad de Trinity en Texas, señala que «Rusia tiene la capacidad de proteger mejor a la familia Assad, especialmente a su esposa, Asma, quien está recibiendo tratamiento para una leucemia diagnosticada en mayo». Lesch también destaca la relación histórica de los Assad con Rusia, que se remonta a la época de la Guerra Fría, cuando Hafez al-Assad, el padre de Bashar, consolidó la posición de Siria dentro de la esfera soviética.
El refugio de Assad en Moscú también simboliza la creciente dependencia de Siria de Rusia. Desde la intervención militar de Putin en 2015, los hijos de Assad han disfrutado de vacaciones en la Crimea anexada por Rusia, mientras que su hijo mayor, Hafez, estudió en la prestigiosa universidad MGIMO de Moscú. Sin embargo, a pesar de estos vínculos, la relación personal entre Assad y Putin ha sido tensa y distante, caracterizada por la desconfianza mutua.
Putin, a pesar de haber respaldado a Assad durante la guerra civil, nunca ha mostrado una cercanía personal con él. De hecho, en varios momentos, los funcionarios rusos expresaron frustración por la negativa de Assad a hacer concesiones mínimas hacia una reforma o un compromiso con la oposición, algo que empeoró la imagen internacional de su régimen. Sin embargo, el recuerdo de la brutal muerte del líder libio Muamar Gadafi, a manos de rebeldes en 2011, dejó una profunda impresión en Putin, quien, aunque distanciado de Assad, no podía permitir su caída sin intervención.
A pesar de la protección rusa, Assad está condenado a vivir una existencia recluida y sin visibilidad pública. Se espera que su estilo de vida no sea lujoso ni ostentoso como en sus últimos años en el poder, cuando se revelaron imágenes de sus mansiones llenas de coches de lujo y bolsos de diseñador. En cambio, se prevé que viva en una finca aislada, bajo estricta vigilancia, lejos de la atención pública.
El futuro de Assad, lejos de la política activa, parece estar sellado. No se anticipa que haga un regreso político ni en Siria ni en ningún otro lugar. La falta de cobertura mediática por parte de los medios estatales rusos, que no han difundido fotos de Assad en su exilio, refuerza la idea de que su presencia en Moscú debe mantenerse en un bajo perfil. Según Lesch, «creo que Bashar mantendrá un perfil muy bajo, quizás por el resto de su vida».
Para Rusia, la presencia de Assad en su territorio es una carga política, pero también una forma de salvaguardar la estabilidad regional, al menos mientras Putin continúe en el poder. Sin embargo, la permanencia del líder sirio en Moscú subraya el fin de una era de confrontación abierta con el mundo occidental, mientras que Siria, ahora bajo un nuevo liderazgo, intenta reconstruir su futuro sin la sombra del dictador que una vez gobernó con mano de hierro.
Crédito fotográfico: Mikhail Klimentyev/ via REUTERS