THE LATIN VOX (18 de diciembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz
Bolivia atraviesa un momento de profunda agitación política y judicial. El ex presidente Evo Morales, figura central de la política boliviana y líder del Movimiento al Socialismo (MAS), se enfrenta a un proceso judicial que ha sacudido al país. En una movida inesperada, la Fiscalía emitió una orden de arresto contra Morales, quien es acusado de presunto “tráfico de personas” y de mantener una relación con una menor de 15 años, a quien habría embarazado en 2016. Este escándalo ha desatado una feroz batalla política entre Morales y el actual presidente Luis Arce, su antiguo aliado, pero ahora enemigo declarado.
El conflicto entre Morales y Arce es de larga data y se ha intensificado con el paso de los años. Morales, quien gobernó Bolivia entre 2006 y 2019, acusa al presidente Arce de orquestar lo que él describe como una «guerra judicial» para neutralizarlo políticamente. Según Morales, la acusación forma parte de una estrategia para impedir su regreso a la presidencia en las elecciones de 2025, un regreso que se perfila como su principal objetivo tras haber sido destituido en 2019 en medio de una crisis política que culminó con su renuncia bajo presión del ejército.
El caso ha escalado rápidamente, no solo por las implicaciones legales, sino por el trasfondo político que lo rodea. Morales, de 65 años, mantiene su postura de que la acusación de haber cometido abuso sexual con la menor está siendo utilizada como un “trofeo de guerra” para entregarlo a Estados Unidos, país al que acusa de tener intereses en Bolivia. En sus declaraciones, Morales ha dejado claro que esta acusación es parte de una serie de maniobras por parte del gobierno de Arce para eliminarlo como rival político en las futuras elecciones presidenciales.
La relación entre ambos políticos, que en el pasado compartieron la misma visión de un gobierno de izquierda con políticas progresistas, se ha deteriorado significativamente. Arce, quien fue ministro de Economía durante el mandato de Morales, representa la facción más urbana y centrada en la clase media y trabajadora, mientras que Morales sigue siendo el ícono de los cocaleros y las zonas rurales. Esta división ha profundizado las tensiones dentro del MAS, que actualmente enfrenta una crisis interna que podría definir su futuro político.
El warrant de arresto contra Morales, que ha estado en vigor desde octubre, no ha sido ejecutado debido a la protección que recibe por parte de grupos de cocaleros en Cochabamba, región rural donde reside. Los fiscales sostienen que la menor fue enviada por sus padres al grupo juvenil de Morales en 2015, con el propósito de ascender en la política, y un año después, supuestamente dio a luz a un hijo de Morales.
El caso tiene implicaciones mucho más amplias que un simple conflicto judicial. Bolivia ha estado inmersa en una crisis económica marcada por la escasez de dólares y la caída de sus reservas de gas natural, lo que ha afectado gravemente su economía. A esto se suma la polarización política interna dentro del MAS, que está generando una fractura que podría escalar aún más en las elecciones de 2025. La debilidad de la oposición boliviana ha permitido que estas luchas internas se lleven a cabo dentro del mismo partido, algo que McNelly, experto en política boliviana, describe como una paradoja de la crisis política del país.
El futuro de Morales en la política boliviana parece incierto. Aunque el Tribunal Supremo de Bolivia ya dictaminó que no podrá presentarse en las elecciones de agosto, él sigue insistiendo en que será candidato en 2025. Sin embargo, expertos como McNelly advierten que este escenario podría traer más violencia y una mayor incertidumbre a Bolivia, donde el clima político parece estar cada vez más tenso. Las acusaciones contra Morales, sumadas a su enfrentamiento con Arce, auguran un panorama difícil para la democracia boliviana, con el temor de que las elecciones de 2025 no ofrezcan una salida clara a la crisis que atraviesa el país.
La situación en Bolivia sigue evolucionando y todo indica que el conflicto entre los dos principales líderes del MAS es solo el principio de una serie de eventos que podrían redefinir el futuro político del país. La pregunta ahora es si Bolivia podrá superar esta profunda polarización y encontrar un camino hacia la estabilidad, o si la violencia y la incertidumbre marcarán el futuro cercano del país.
Crédito fotográfico: Anadolu Ajansi