THE LATIN VOX (20 de diciembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Stonehenge, el icónico monumento prehistórico en la llanura de Salisbury, continúa revelando secretos sorprendentes 5,000 años después de la creación de su primer círculo de piedras. Un hallazgo reciente ha sacudido la arqueología mundial: la piedra del altar que se encuentra en el corazón del monumento, que siempre se pensó que era local, proviene en realidad de Escocia, a más de 700 kilómetros de distancia. Este descubrimiento ha abierto una nueva línea de investigación sobre el propósito y la función original de Stonehenge.
Hasta ahora, se sabía que las enormes piedras sarsens de Stonehenge provienen de una zona situada a unos 20 kilómetros de distancia, y que las «piedras azules» de Gales fueron transportadas hasta allí. Sin embargo, el hecho de que la piedra del altar haya sido traída desde el norte de Escocia ha dejado perplejos a los arqueólogos, generando un gran revuelo en la comunidad científica y en los medios de comunicación internacionales.
Mike Parker Pearson, profesor de prehistoria británica en University College London, ha propuesto una explicación que podría cambiar nuestra comprensión sobre el propósito de Stonehenge. Según Parker Pearson, el monumento podría haber sido erigido con el objetivo explícito de unir a las primeras comunidades agrícolas de Gran Bretaña en una época de cambio cultural y tensión social. La piedra del altar, según esta teoría, podría haber sido un regalo o un símbolo de alianza política, proveniente de un monumento antiguo en Escocia, un acto que fortalecería los lazos entre diferentes grupos.
La singularidad de Stonehenge no radica solo en sus características arquitectónicas, como las piedras talladas y los dinteles que conforman la estructura, sino también en el hecho de que no existen otros monumentos en las Islas Británicas o Irlanda que incorporen piedras transportadas a distancias tan largas. «Stonehenge es un microcosmos material y monumental de las Islas Británicas en su totalidad», afirma Parker Pearson, destacando la relevancia política y cultural del monumento.
Contrario a la visión tradicional de Stonehenge como un templo religioso o un calendario astronómico, Parker Pearson sugiere que debería ser considerado tanto un monumento político como espiritual. «No es un templo, y eso ha sido un obstáculo importante durante cientos de años. No es un calendario, ni un observatorio», explica el arqueólogo. La famosa alineación de Stonehenge con los solsticios de invierno y verano podría no ser su propósito principal, sino más bien un reflejo de una estructura que busca expresar la permanencia de ciertos aspectos fundamentales en la vida de sus constructores.
La piedra del altar, que a menudo pasa desapercibida por los visitantes debido a que yace plana y parcialmente oculta por una enorme piedra caída, ha sido objeto de un análisis renovado. Durante mucho tiempo se pensó que simplemente había caído, pero dado su origen en el noreste de Escocia, donde se encuentran otros círculos de piedras dispuestas de manera similar, parece cada vez más probable que haya sido colocada de manera deliberada como una piedra reclinada, parte de un monumento escocés anterior.
Parker Pearson sugiere que la piedra del altar pudo haber sido instalada alrededor del 2500 a.C., en un momento clave de la prehistoria británica, cuando Stonehenge estaba siendo remodelado. Este periodo coincidió con la llegada de nuevos grupos desde Europa continental, lo que representó un momento de cambio cultural en las Islas Británicas. «Es obvio que hubo algún tipo de interacción, lo que podríamos llamar un primer contacto», señala el arqueólogo. «Es en ese momento cuando se construye Stonehenge, y me pregunto si ese momento de contacto fue el catalizador de esta impresionante segunda fase del monumento.»
Sin embargo, Parker Pearson señala que, a pesar de la intención de unir a las comunidades, la estrategia no tuvo éxito, ya que investigaciones genéticas muestran que las nuevas poblaciones, conocidas como los «pueblos de la copa», desplazaron en gran medida a las poblaciones neolíticas anteriores. A pesar de este cambio poblacional, Stonehenge continuó siendo un símbolo de importancia, adoptado por los descendientes de esos pueblos de la copa, que se convirtieron en la población dominante de Gran Bretaña.
«Así que, a pesar del cambio de población, Stonehenge sigue ejerciendo su significancia en el mundo», concluye Parker Pearson. Esta nueva interpretación de Stonehenge como un monumento de unidad política y cultural, además de su papel religioso, abre un fascinante campo de estudio para comprender mejor la función y el impacto de esta estructura monumental, que continúa siendo un testimonio de la complejidad de las sociedades prehistóricas de Europa.
Crédito fotográfico: Sky News