THE LATIN VOX (24 de diciembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
Nigeria, uno de los países más poblados de África, se enfrenta a un reto ambiental significativo: la prohibición de los plásticos de un solo uso, que entrará en vigor el próximo mes. Sin embargo, las señales de preparación para implementar esta política son escasas.
A pesar del anuncio oficial de que el uso de plásticos desechables será restringido, las calles de Lagos y otras ciudades siguen atestadas de este tipo de residuos, y los vendedores de alimentos y comerciantes continúan utilizando estos materiales de manera cotidiana. ¿Está Nigeria realmente preparada para enfrentar este desafío?
Labake Ajiboye-Richard, fundadora de una consultora de sostenibilidad en Lagos, expresó su sorpresa al ver cómo alguien arrojaba basura por la ventana de su coche en pleno 2024. «Si estás tirando algo en la calle, ¿qué estás haciendo en tu casa? ¿Qué estás haciendo en tu comunidad?», reflexionó.
Esta escena refleja una de las grandes problemáticas de la nación: la acumulación de residuos, particularmente plásticos, que siguen siendo una de las principales fuentes de contaminación en las ciudades.
De acuerdo con datos del Banco Mundial, Nigeria genera aproximadamente 27.6 millones de toneladas de residuos sólidos municipales al año, de los cuales el 13% es plástico. Sin embargo, solo una pequeña fracción, alrededor del 10%, es reciclada.
En Lagos, la situación es aún más alarmante: según investigaciones del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, entre 50 y 60 millones de sachets de agua son desechados en las calles diariamente. A pesar de estos datos, la conciencia sobre la gravedad de la crisis sigue siendo insuficiente en muchas áreas.
La prohibición de los plásticos de un solo uso, anunciada en enero y que entrará en vigor el mes próximo, ha sido recibida con escepticismo. En mercados clave como los de Oniru y Tejuosho en Lagos, algunos comerciantes aún no están al tanto de la prohibición.
Para muchos de ellos, la crisis económica y el alto costo de vida parecen ser una preocupación más inmediata que la adopción de alternativas ecológicas. «Gastar dinero en alternativas caras cuando el plástico es más barato y fácil de conseguir, no tiene sentido», comentó Amos Adeyanju, un taxista de 28 años.
Desde la toma de posesión del presidente Bola Tinubu en mayo de 2023, el gobierno ha implementado una serie de reformas económicas que han sido elogiadas por actores internacionales como el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional.
Sin embargo, muchos ciudadanos señalan que estos cambios aún no se han traducido en mejoras tangibles en su vida diaria. El costo del combustible y los alimentos ha aumentado, lo que ha llevado a muchos a priorizar su supervivencia económica sobre las preocupaciones ambientales.
Por otro lado, en agosto, las autoridades federales de Nigeria eliminaron el uso de plásticos de un solo uso en las oficinas gubernamentales, y el Ministerio de Medio Ambiente aseguró que estaba creando un «marco integral para apoyar la sensibilización, implementación y aplicación efectiva de la prohibición en todo el país».
Sin embargo, expertos como Adewunmi Emoruwa, estratega de políticas públicas, consideran que la implementación de esta política es aún «floja» y falta de rigor. «La industria ha tenido décadas para adaptarse, pero sigue influyendo indebidamente en los reguladores con los mismos argumentos gastados», señaló Emoruwa.
La transición hacia prácticas más sostenibles no es fácil, especialmente cuando los plásticos de un solo uso son relativamente nuevos en las culturas africanas. En el pasado, por ejemplo, la comida se envolvía en hojas de plátano y los procesos de fermentación eran comunes para extender la vida útil de los alimentos. Algunos expertos sugieren que recuperar estos viejos hábitos, junto con la introducción de incentivos para cambiar los comportamientos, podría ser una vía viable para reducir el uso del plástico.
Ajiboye-Richard enfatiza que el cambio de mentalidad es fundamental para el éxito de esta política. «Creo que falta un paso crucial, que es abordar los comportamientos, explicando por qué los plásticos de un solo uso son perjudiciales para el medio ambiente», afirmó. Asegura que los incentivos económicos, como alternativas más baratas, son un factor decisivo para que los ciudadanos opten por productos más sostenibles.
A medida que se acerca la fecha límite de la prohibición, la pregunta persiste: ¿está Nigeria lista para enfrentar el desafío del plástico? Aunque algunos avances son visibles, como la sensibilización en ciertos sectores, la falta de infraestructura para el reciclaje y la resistencia económica siguen siendo obstáculos significativos.
Según Ajiboye-Richard, si las estrategias adecuadas se implementan, es posible que el plástico de un solo uso se haya eliminado completamente de los estantes para 2030. Pero hasta entonces, el progreso podría ser lento y desigual.
El futuro de la política ambiental en Nigeria dependerá no solo de las decisiones gubernamentales, sino también de la capacidad de la sociedad para adaptarse a un cambio que podría ser clave para preservar el medio ambiente y reducir la creciente contaminación plástica en las ciudades.
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