THE LATIN VOX (25 de diciembre del 2024).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz.
En 2023, los líderes de los países BRICS, que incluyen a Brasil, China, India, Rusia y Sudáfrica, discutieron la creación de una moneda común que compitiera con el dólar estadounidense, la divisa dominante en la economía global desde hace más de 75 años.
Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, ha sido un firme defensor de una alternativa al dólar, mientras que el presidente ruso, Vladimir Putin, promovió públicamente la idea durante la cumbre de los BRICS de octubre, mostrando una simbólica billete de banco de los BRICS.
Además, los nuevos miembros del bloque, como Egipto, Etiopía, Irán y los Emiratos Árabes Unidos, también estarían involucrados en este proyecto.
La idea de desafiar la hegemonía del dólar ha provocado la furia del presidente electo de EE.UU., Donald Trump, quien ha amenazado con imponer aranceles punitivos del 100% a los países que intenten alejarse del dólar.
A finales del mes pasado, Trump advirtió a los países del BRICS contra la creación o apoyo a una moneda de reserva alternativa, declarando en su plataforma de redes sociales: “Requerimos un compromiso de estos países de que no crearán una nueva moneda de los BRICS ni respaldarán ninguna otra moneda para reemplazar al poderoso dólar estadounidense, o enfrentarán aranceles del 100%”.
Aunque estas amenazas arancelarias parecen dirigidas a frenar los esfuerzos de los BRICS, las pruebas sugieren que este proyecto de moneda común tiene pocas posibilidades de éxito, incluso sin las medidas de Trump.
Si se propone que la nueva moneda exista junto a las monedas nacionales de los países BRICS, es poco probable que gane tracción. Una moneda internacional exitosa requiere una base sólida. Esto es similar a por qué el inglés, y no el esperanto, se convirtió en la lengua franca mundial, o por qué el derecho de giro especial (SDR) del Fondo Monetario Internacional, un activo de reserva basado en una canasta de monedas principales, no ha tenido éxito como moneda global.
Para que una unidad de los BRICS compita con el dólar, los países miembros tendrían que formar una unión monetaria real, abandonando sus monedas nacionales y estableciendo un banco central unificado para supervisar la nueva divisa.
Sin embargo, las economías de los BRICS son demasiado diversas para que una unión monetaria funcione eficazmente. Las uniones monetarias exitosas generalmente se forman entre economías pequeñas e interconectadas que comparten metas comunes, lazos culturales, ciclos comerciales correlacionados y mercados laborales relativamente integrados.
Los ejemplos de uniones monetarias exitosas incluyen las zonas del franco CFA, que comprenden países de África Occidental y Central que usan una moneda común ligada al euro, y la Unión Monetaria del Caribe Oriental, que agrupa a islas de habla inglesa.
Estas uniones funcionan porque sus miembros son países pequeños y vecinos que comparten raíces culturales e históricas. En el caso de los BRICS, la diferencia entre sus economías, sumada a la falta de integración política y social, hace improbable que se forme una unión monetaria estable.
El ejemplo más notable de una unión monetaria exitosa es la zona euro, que incluye 20 países miembros que comparten fronteras, economías interconectadas y un compromiso con la visión de una Europa unificada.
Sin embargo, incluso la eurozona enfrenta tensiones internas, como se vio con la crisis griega y el rechazo del Reino Unido, Suecia y Noruega a unirse al euro. Este tipo de dificultades internas resalta lo complejo que sería para los BRICS crear una moneda común, especialmente dado el contexto geopolítico y económico diverso que caracteriza a los miembros actuales y futuros del bloque.
A pesar de estas dificultades, un cambio gradual en la relación de dependencia del dólar ya está en marcha. A lo largo de los últimos años, las sanciones financieras de EE.UU. han impulsado a varios países a buscar alternativas al dólar para sus reservas internacionales, con la moneda china, el yuan, ganando terreno.
Sin embargo, si Trump cumpliera con sus amenazas de imponer aranceles del 100% a los países que desafían el dominio del dólar, podría haber un efecto contrario, impulsando a los bancos centrales a diversificar aún más sus reservas, lo que incluiría monedas más pequeñas o incluso el oro.
La estrategia de Trump, por lo tanto, podría resultar contraproducente. Sus esfuerzos por imponer el dólar como moneda global en un contexto de creciente inflación y devaluación pueden hacer que este pierda atractivo como moneda de reserva. A pesar de su retórica, las amenazas de Trump podrían no lograr el objetivo de fortalecer al dólar y, en cambio, podrían acelerar el impulso hacia alternativas, creando un escenario económico más fragmentado y volátil.
En definitiva, aunque la iniciativa de los BRICS para desafiar la dominancia del dólar enfrenta enormes obstáculos, la postura de Trump podría no ser suficiente para preservar la supremacía del dólar en el largo plazo. El futuro de la moneda estadounidense como divisa global está, sin duda, en juego en un mundo cada vez más multipolar y en constante cambio.
Crédito fotográfico: Financial Times