Corea del Sur: El bullicioso y polémico arresto del presidente Yoon Suk Yeol

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THE LATIN VOX (15 de enero del 2025).- Por Francisco Javier Valdiviezo Cruz

En una fría mañana de invierno, mientras las temperaturas apenas comenzaban a ascender, las calles alrededor de la residencia del presidente de Corea del Sur, Yoon Suk Yeol, se transformaron en un bullicioso centro de protestas y tensión.

A las 4:30 a.m., la ciudad ya vivía lo que parecía una hora punta, con policías y manifestantes llenando las calles en un clima de incertidumbre y caos. La razón: el histórico intento de arrestar al presidente impeached, acusado de insurrección, en medio de un panorama político desbordado tras su declaración de ley marcial.

A diferencia del fallido intento dos semanas antes, los investigadores llegaron esta vez mejor preparados. Los accesos a la residencia presidencial estaban sellados y miles de agentes de policía se desplegaron estratégicamente, mientras los partidarios de Yoon se agrupaban a favor del presidente, ondeando banderas americanas y agitando palos luminosos rojos.

Frente a ellos, una multitud de manifestantes anti-Yoon había conseguido ubicarse cerca de las puertas del complejo, dispuestos a dar la batalla política por la destitución de su líder.

Lo que siguió fue un espectáculo político sin precedentes, donde incluso las estaciones de té y fideos instantáneos fueron instaladas por ambas partes, mostrando la mezcla de cultura política y la imprevisibilidad del momento.

En medio de las tensiones, los gritos de «¡Arrestarlo ahora!» y «¡Detengan el robo!» se entrelazaron, mientras algunos carteles en inglés y coreano acusaban a Yoon de haber falseado las elecciones, un tema recurrente en la narrativa de sus seguidores.

Con la llegada del alba, el ambiente se tornó casi festivo en el campamento de los opositores. Canciones, bailes y transmisiones en vivo desde múltiples ángulos inundaron las redes mientras la operación de arresto avanzaba. Aunque las imágenes mostraban a los investigadores y la policía escalando las murallas de la residencia con escaleras, la verdadera tensión estaba por llegar.

Dentro del complejo, se produjeron enfrentamientos con el personal de seguridad, y al menos una persona fue herida y evacuada. Sin embargo, los enfrentamientos no fueron tan agresivos como se había temido, según declaró el legislador de oposición Han Chang-min, quien observaba la escena. “La policía está avanzando con cautela, buscando la cooperación máxima”, señaló.

Para ese momento, la sensación de inevitabilidad se apoderó de los manifestantes anti-Yoon. A pesar de la gravedad de intentar arrestar a un presidente en ejercicio, la «fortaleza» de Yoon parecía finalmente estar desmoronándose. Durante 43 días, el presidente había resistido en su residencia, protegido por fuerzas leales, pero ya no podía evadir el cerco que se estrechaba a su alrededor.

Alrededor de las 10:30 a.m., los ánimos comenzaron a caldearse. De repente, las fuerzas policiales comenzaron a desplegarse de nuevo y un convoy de vehículos emergió de la residencia presidencial. En un instante, los manifestantes pro-impeachment estallaron en euforia: “¡Lo consiguieron!”

En ese preciso momento, las puertas principales del complejo se abrieron y cientos de investigadores y agentes de policía salieron como una marea humana. El campamento contrario, que había pasado horas esperando este momento, gritaba con alegría: “¡Gracias!” y “¡Lo hiciste muy bien!” mientras la multitud se dispersaba para celebrar al ritmo de K-pop, mientras Yoon enfrentaba su futuro incierto.

Por otro lado, los seguidores de Yoon estaban paralizados. Algunos caían de rodillas, sollozando, mientras otros maldecían a los manifestantes. “¿Cómo pudo pasar esto?”, exclamaba una mujer entre lágrimas. Un hombre, visiblemente afectado, reprendía con rabia: “¿Dijeron que lo protegerían, pero qué hicieron?”

En su último mensaje antes de su arresto, Yoon se mostró desafiante: “Como presidente, que debo proteger la constitución y el sistema legal de la República de Corea, mi cumplimiento con estos procedimientos ilegales e inválidos no significa que los acepte.

Solo lo hago para evitar un derramamiento de sangre innecesario”. Sin embargo, sus palabras no lograron detener el curso de los acontecimientos. Yoon se convirtió en el primer presidente en ejercicio de Corea del Sur en ser arrestado, un giro dramático para un líder que, tan solo unas semanas antes, había intentado imponer la ley marcial en el país.

El arresto fue transmitido en vivo por televisión, transformándose en un drama televisivo de alcance nacional. El presidente fue trasladado a las oficinas de la agencia anti-corrupción en Gwacheon, donde los investigadores se preparaban para interrogarlo por cargos de insurrección que podrían acarrear la pena de muerte.

Yoon enfrentaría 48 horas de interrogatorio, tras lo cual los investigadores decidirían si solicitarían una orden para detenerlo por hasta 20 días o si lo liberarían. Mientras tanto, la Corte Constitucional continúa deliberando sobre su impeachment, y técnicamente aún podría ser reinstalado como presidente.

Por ahora, muchos surcoreanos aún intentan procesar lo extraordinario de los eventos que han presenciado. El cerco ha terminado. El presidente está bajo custodia. La política surcoreana ha alcanzado un punto de inflexión, y lo que sigue está por escribirse.

Crédito fotográfico: Jeon Heon-Kyun/EPA


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